viernes, 5 de agosto de 2016

Cuando los dinosaurios dominaban mi alcoba (1)

Siendo yo un niño, mis padres me regalaron un libro titulado: Animales Prehistóricos (1976) de la editorial AFHA Internacional. Ese ilustrado compendio se incluía dentro de la colección Enciclopedia Temática, y trataba sobre animales singulares extintos e importantes en el registro paleontológico. Creo recordar que comenzaba hablando de los Trilobites del Paleozoico, pasando lista, hasta el Smilodon del Plioceno.

Pero el capítulo que más me gustaba, se encontraba en sus páginas centrales y nos recibía con un contundente: Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra (de aquí el título escogido para este escrito). Dentro de este apartado del libro se podía ver una ilustración, a toda página, donde se representaba una letal lucha entre un robusto Triceratops y un fiero Tiranosaurius Rex.

Batalla entre un Triceratops y un Tiranosaurius Rex. Animales Prehistòricos, Ed. AFHA

¡Ese libro me marcó!, y alimentó mi pasión por la paleontología... más concretamente: hacia los grandes réptiles de la Era Secundaria. Esto, entre otras motivaciones, ayudó que acabara escogiendo la profesión de geólogo.

Curiosamente, en mi carrera universitaria, la asignatura "Paleontología de Vertebrados" era optativa y el tema "dinosaurios" (que esperaba con tanta ilusión) apenas duró media hora... Y es que, dicha sea la verdad, por mucho que nos apasionen estas colosales bestias, no hemos de olvidar que no son más que un pequeño grupo dentro del abundante registro fósil.

Pues bien, fue precisamente durante mis años universitarios, cuando adquirí las dos piezas de dinosaurio que atesoro en mi colección de paleontología. Podéis ver el artículo sobre mi colección, en el siguiente enlace: Colección de fósiles: Elección y clasificación.

Estas dos piezas son: el fragmento de huevo de un Saltasaurus (al que le dedico este escrito) y un colmillo de Spinosaurus (al que también escribiré un post más adelante, a modo de segunda entrega).

Las dos muestras de dinosaurios que dispongo, dentro de sus contenedores originales de cartón


Saltasaurus

Representación de un Saltasaurus. Fuente
Clasificación

Saltasaurus se trata de un género de dinosaurio saurópodo saltasauridae (antes llamados titanosauridae), representado por una única especie: Saltasaurus loricatus.

Se clasifica siguiendo las siguientes categorías taxonómicas:

  • Reino: Animalia. Desarrollo embrionario, ausencia de clorofila, capacidad de locomoción.
  • Filo: Chordata. Presencia de cuerda dorsal.
  • Subfilo: Vertebrata. Presencia de columna vertebral.
  • Superclase: Tetrapoda. Animales con cuatro extremidades.
  • Clase: Sauropsida - Reptilia. Réptiles con presencia de escamas y reproducción ovípara (huevo amniótico).
  • Subclase: Diapsida. Dos fosas o fenestras temporales en el cráneo.
  • Superorden: Dinosauria. Dinosaurio.
  • Orden: Saurischia. Cadera de lagarto.
  • Suborden: Sauropodomorpha. Con forma de pata de réptil.
  • Infraorden: Sauropoda - Titanosauria. Dinosaurio de proporciones enormes, cuello largo, cabeza pequeña, patas gruesas y cola robusta.
  • Familia: Saltasauridae. Generalmente de "pequeño" tamaño y presencia de armadura dérmica.
  • Género: Saltasaurus.
  • Especie (tipo): Saltasaurus loricatus. Bonaparte & Powell, 1980.


Descripción

La palabra Saltasaurus significa, etimológicamente: reptil de Salta (Argentina). Vivieron a finales del Cretácico (Mastrichtiano), hace aproximadamente entre 73 y 65 millones de años, en lo que hoy es Sudamérica.

Era relativamente pequeño, comparado con los otros tipos de saurópodos... aunque seguía siendo enorme para los estándares humanos (medía aproximadamente 12 metros de largo, con un peso estimado de 7 toneladas).

Escala relativa entre un Saltasaurus y un hombre. Fuente
Tenía un cuello alargado, una cabeza pequeña, similar a la de los diplodócidos, y dientes con forma de cuchara. Disponía de piernas fuertes y gruesas, con cinco dedos en cada pie, y estaba provisto de una cola robusta que terminaba en un extremo delgado formando un látigo.

Pero lo realmente singular del Saltasaurus, es que fue el primer saurópodo que se descubrió que poseía una serie de placas y nódulos óseos a lo largo de su región dorsal. Estas placas (similares a las de los Ankylosaurus) eran de forma redondeada (con un diámetro de 10 a 12 centímetros) y tenían pronunciamientos de púas óseas. Entre estos nódulos de mayor tamaño, se formaban osteodermos más pequeños, también redondeados.

Placas óseas dérmicas fósiles de un Saltasaurus. Wikipedia

Nidificación

El descubrimiento de huevos de Saltasaurus, enmarcados en zonas de anidamiento, ha planteado un comportamiento gregario como medio de protección y estrategia de supervivencia.

Representación del comportamiento gregario de una manada de Saltasaurus. Fuente
El lugar de la puesta, tenía una conformación similar a las colonias de anidamiento que se suelen ver entre algunas aves terrestres y tortugas.

Las hembras cavaban agujeros en el suelo, poniendo dentro de ellos sus huevos. Cada nido se separaba de los demás, entre dos y tres metros. La putrefacción de la materia orgánica circundante daba calor suficiente para la incubación de los huevos.

La manada de Saltasaurus adultos se quedaban cerca de los huevos para protegerlos: agrupándose y rodeando la zona de anidamiento, en caso de ataque de depredadores.

Una cria nace en un nido de Saltasaurus, mientras los adultos se organizan para repeler un ataque. Fuente

Huevos de Saltasaurus

El fósil protagonista de este post, es un fragmento de cáscara de huevo de Saltasaurius. Lo compré, a finales de los noventa, en la ExpoMiner de Barcelona. Creo recordar que costó unas 1500 pesetas (unos 9€).

Parte externa de mi fragmento de huevo de Saltasaurus

Para complementar este fragmento fósil, más adelante, adquirí una figura de PVC, de la detallista marca alemana Schleich, que recrea (a escala) un Saltasaurus. Esta pieza (de 24 centímetros de largo) viene acompañada por la figurita de una persona (a modo de referencia) y de unas fichas explicativas del dinosaurio.

Mi figura de un Saltasaurus de la marca Schleich

A parte del Saltasaurus, también dispongo de una representativa colección de figuras de PVC de otros dinosaurios. Entre ellos: de un Spinosaurus, ¡como el colmillo que dispongo en mi colección!

Pues bien, mi fragmento de huevo de Saltasaurus fue hallado en Argentina, más concretamente, en la provincia patagónica de Rio Negro. Se recolectó en la Formación Miembro Inferior Allen, ubicada al sur del Desierto General Roca.

Un grupo de llamas pasta en el desierto patagónico, como lo hicieron los Saltasaurus antaño. Fuente
Los huevos de saltasaurus tienen forma esferoidal y un diámetro de hasta 20 centímetros. Dentro de ellos se han encontrado embriones fosilizados con impresiones de la piel.

Un huevo entero de Saltasaurus, con su típica forma de esfera. Fuente
El fragmento que yo dispongo, es un cachito de estos huevos: es como la pieza de un puzle tridimensional de una bola:

Representación de de mi fragmento de cáscara, respecto la totalidad del huevo de Saltasaurus
Si nos fijamos bien, en mi pieza podemos reconocer los tres rasgos comunes que encontramos en cualquier fragmento de huevo de dinosaurio; estos son: tener un grosor más o menos uniforme, tener una ligera curvatura (pensemos que se tratan de cachitos de formas ovales) y presentar una superficie llena de pequeños poros.

Parte interna de mi fragmento de huevo fósil, donde se aprecian los tres rasgos comunes

Pues bien... este pedazo de piedra que ahora sostengo entre mis manos, la "parió" un dinosaurio y guardó en su interior el tesoro de la vida... ¡el tesoro de la evolución! Pero este pedazo de huevo, nunca vió nacer a la pequeña cría de Saltasaurus que contenía dentro de él.

La naturaleza, a veces cruel, pero lista como el mismísimo demonio, cubrió esos huevos entre barros de riada... y allí se quedaron colgados, ¡para siempre!, en aquella remota región de Argentina. ¡El barro los ahogó!, pero los preservó intactos... los preservó hasta hoy, para que un loco enamorado de los dinosaurios, pudiera ahora amarrar este fragmento y decirle, con todo cariño y admiración:

Ché "boludo"... ¡qué bueno que viniste!