martes, 4 de diciembre de 2012

Reciclaje: ¿Negocio o necesidad?

Si le preguntásemos a cualquier persona de nuestro alrededor lo que opina sobre el reciclaje, la mayoría nos responderá, de forma muy apropiada, frases como: “es un acto necesario para el medio ambiente”… “es una cuestión de responsabilidad social” o “¿qué futuro le daremos a nuestros hijos sino?”.

El reciclaje es un tema muy sensible y con una gran repercusión global, esta conciencia colectiva es aprovechada por algunos empresarios, personas públicas y políticos, que se lucran, sin escrúpulos, mientras nos hacen creer que son los salvadores de la integridad medioambiental de planeta.

Pues bien, en esta ocasión hablaré sobre reciclaje: de lo bueno y de lo que nos hacen creer que es bueno...

Por definición, el reciclaje, es someter un material usado a un proceso de recuperación para que se pueda volver a utilizar, de nuevo, en posterioridad.

Símbolo internacional del reciclaje

Leyendo esto, reciclar parece una necesidad totalmente incuestionable… entonces, ¿por qué yo pongo en duda este proceder? El problema no son los beneficios que nos ofrece el reciclaje: en esto estaremos todos de acuerdo… la cuestión es porqué se ha llegado al extremo de tener que hacerlo…

Un negocio basura

En los denominados países del “Primer Mundo”, nos sobra tanto de todo que hasta nos desbordan nuestros propios residuos. Países “desarrollados” convertidos en verdaderas maquinas de creación/acumulación masiva de desechos… en monstruos enfermos de su propia mugre… en nuevos ricos con el Síndrome de Diógenes.

Como sabéis soy geólogo (especialista en geotécnia, hidrogeología y geología ambiental). En las obras del Forum de les Cultures de Barcelona, tuve la oportunidad de ser el asesor geológico y encargado de obra de uno de los saneamientos de tierras más importantes que se han hecho en la ciudad de Barcelona. El trabajo se realizó en un antiguo vertedero industrial clausurado (ubicado donde actualmente encontramos el Port Esportiu de Sant Adrià del Besòs). Mis cometidos eran hacer prospecciones sobre el terreno, diseñar mapas de volúmenes y distribuir la maquinaria para poder extraer, tratar y trasladar los residuos encontrados a vertederos autorizados.

En los terrenos del Forum de les Cultures (junio 2001), ejecutando una campaña de calicatas
  
En ese vertedero no controlado se encontraron las tres clases de residuo existente (del tipo I, II y III). Recordemos que, de menor a mayor: más peligroso es para el medio ambiente; de menor a mayor: más complejo es el tratamiento y más caras las tasas que cobrarán los vertederos oficiales por aceptar su ingreso.

Mi función principal en esa obra, como anteriormente se ha dicho, era definir la disposición (y la cantidad) de los diferentes tipos de residuos en el subsuelo, descartando las zonas no contaminadas. Como os podéis imaginar, la distribución de estos residuos en profundidad, era antrópicamente caótica y no seguía ninguna sedimentación natural ni regular. Mi objetivo principal era detectar los “filones” más contaminados, para que la empresa donde trabajaba (una ingeniería ambiental), pudiera cobrar mayores beneficios con su extracción…

Una tarde, mientras controlaba como una giratoria cargaba ceniza de incineradora (clase II) a un “dumper”, se me acercó el dueño de la flota de la maquinaria y de los camiones (un millonario que se había enriquecido por ser el amo de un vertedero) y hablamos un rato sobre la obra. En un momento dado, le dije que no entendía como un camión cargado de “basura” podía generar algún tipo de beneficio. Se rió de mi inocencia y, literalmente, me respondió: “Mira Humbert, ¡la mierda es el negoció más rentable que existe!”.

Los falsos profetas del ecologismo

La obra terminó según lo previsto: quedando el terreno bien limpio y los bolsillos de políticos y empresarios bien llenos… El Forum 2004 se celebró sin pena ni gloria y yo acabé dedicándome a la geotécnia…

Esa experiencia me hizo ver que el “ecologismo institucional” era una completa farsa… un negocio puro y duro... un montaje bien orquestado para conseguir una conciencia ambiental global a su servicio... una esperpéntica función donde nosotros somos los títeres “palmeros” de un maestro de marionetas, sinvergüenza...

Aborrecía ver la demagogia en que grandes empresas nos decían que velaban por el medio ambiente, mientras lo único que les interesaba, realmente, era enriquecerse a cuesta nuestra (ver, a modo de ejemplo, el escrito de La Bolsa de Plástico: ¿El gran peligro Público?, en este mismo blog). Aborrecía ver a supuestos entendidos del tema y a "politicuchos" (algunos, incluso llamados de izquierdas y verdes) hablándonos de ecologismo, con una manifiesta ignorancia, buscando (tan solo) como conseguir/mantener el poder o ganarse el aplauso fácil.

"Involución", de Dan Pikaro
  
El progreso trae consigo su propia cochambre

Mi padre siempre me ha contado que, cuando él era pequeño, casi no se generaban residuos: No había prácticamente ni plásticos ni derivados (evidentemente no se plastificaba todo alimento como ahora). La mayor parte del vidrio era reutilizado: los envases se devolvían a la tienda, se limpiaban y se rellenaban de nuevo. El poco papel que sobraba (diarios, envoltorios de comida) eran utilizados para la limpieza de las casas, para encender el fuego… Los restos de comida eran aprovechados por los animales de compañía…

¿Qué ha pasado en pocos años?, ¿quizás deberíamos volver a las cavernas? ¡No! (nos dirán “los  poderosos”) seguid viviendo así, os merecéis todos estos lujos... pero, sobretodo: ¡reciclad! ¿Reciclar el qué?: ¿unas basuras que os habéis inventado vosotros mismos?… ¿una bazofia impuesta a una demente sociedad de consumo, vestida con "piel" de progreso?

Vertedero incontrolado en el paraíso. Isla de Taboga (Panamá)
  
Reciclar o no reciclar… ¡esa es la cuestión!

Puestos en antecedentes, como os podéis imaginar con todo lo leído, mi opinión sobre el reciclaje “era” muy poco favorable. Para mí, reciclar, era tan sólo: un “invento” rentable de los países ricos… una balsámica escusa para seguir fabricando (y consumiendo) sin control unos materiales que tan sólo visten o, mejor dicho: ¡emperifollan!, al producto que realmente necesitamos.

Esta realista (pero poco constructiva) forma de pensar me cambió de golpe… Sucedió después de una charla con la persona que menos me hubiera imaginado con quien hablaría de tratamiento de residuos: mi amigo Santi Diaz.

Santi es ayudante de sondista, fuimos compañeros de trabajo. Él, junto al primer sondista, hacía las prospecciones del terreno para mis estudios geotécnicos. Es un currante nato, alegre, afable y con un gran corazón.

Pues bien, una mañana de sábado, mientras almorzábamos en su casa una buena rustida, fui a tirar las latas de bebida a una bolsa donde él había echado los huesos de la carne. Me paró y me dijo: “No tires las latas con el orgánico, la bolsa de los plásticos está dentro del cuarto de herramientas”.

Me quedé altamente sorprendido ante tal petición... Incrédulo, le pregunté si se estaba quedando conmigo… No sólo me lo confirmó sino que, encima, me regañó porqué yo no lo hacía. Me quedé en silencio (¡bien pasmado!), mientras él me iba dando su punto de vista, con simples y certeras razones.

Santi separando los residuos en los contenedores de reciclaje correspondientes

Santi me mostró la parte más humana del reciclaje… la parte más del día a día. Me hizo entender que, a pesar de que algunos abellacados se estén aprovechando de nuestra buena fe, nosotros no podemos ser partícipes de ellos con nuestro inmovilismo… ¡El progreso no debe parar!, pero sí podemos minimizar sus miserias…

Una de las reflexiones que me hizo, que os cuento a modo de ejemplo, fue sobre la cuota de las basuras que nos cobran anualmente, me dijo: “¿Realmente preferirías no pagar nada y quedarte con toda la basura que has generado?, ¿qué harías con toda ella?, piensa lo que acumulas en un día y multiplícalo por 365… Si lo analizas, te cobran muy poco por recogerte y hacer desaparecer los residuos que tu mismo has generado”.

Así pues, teniendo en cuenta que vivimos en un mundo imperfecto, teniendo en cuenta que algunos perdularios seguirán poniéndose la palabra “ecología” en la boca sólo para ganarse a sus cándidos seguidores, teniendo en cuenta que el precio del progreso haya sido llevarnos a esta situación… Nosotros no podemos ser cómplices de toda esta historia: ¡tenemos que actuar!

Las basuras existirán nos gusten o no y reciclarlas, ahora por ahora, es la solución menos mala. Separar los residuos nos costará el mismo tiempo (y esfuerzo) que tirarlos mezclados en un contenedor indiferenciado y, algo habremos ya ganado. Por eso debemos aprender a separarlo todo y saber hacerlo bien (encontrareis buenas Web donde lo explican, también podéis contar conmigo para lo que necesitéis).

Humor gráfico, Kappel
  
En conclusión: ¿Reciclar? ¡SÍ!, pero recordando que vivimos generando demasiadas basuras y que, por tanto, es mejor consumir sólo lo que realmente necesitamos. ¿Reciclar? ¡SÍ!,  pero usando más nuestra materia gris y sentido común... y no hacerlo como unos simples peones de un sistema consumista en jaque...

Aquí os dejo mi testimonio... y, aprovechando las fechas que estamos, me gustaría desearos una feliz y "reciclada" Navidad.

¡Espero vuestros comentarios! ¡Muchas gracias!

martes, 6 de noviembre de 2012

Los volcanes de la Península Ibérica

Hacía ya tiempo que quería escribir este artículo… escribir sobre una de las ramas de la geología (mi profesión)… escribir sobre una de mis máximas devociones desde que tengo uso de razón: los volcanes.

Por cierto, si os interesa el vulcanismo, también os recomiendo el artículo: Volcanes: Cuando la furia se convierte en pasión, donde clasifico todos los tipos de volcanes que existen y pongo como ejemplos los más conocidos de la Tierra.

Pues bien, hablar de volcanes en España, es hablar de las Islas Canarias. Tengo la suerte de haber podido estudiar de cerca los principales fenómenos volcánicos de todo el archipiélago, visitando sus siete islas mayores: la Palma, el Hierro, la Gomera, Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, así como, también, la Isla de los Lobos (Fuerteventura) y La Isla Graciosa (Lanzarote). En un futuro quiero dedicarle un post a estas bellas Islas Afortunadas, a sus gentes, a su vulcanología… dedicarle un post a esta tierra guanche que me tiene robado el corazón.

Fig. 1 Volcán Teide (Tenerife), foto de Wikipedia
Así pues, dejando aparcado el vulcanismo canario, nos podríamos preguntar: ¿existen volcanes en la Península Ibérica? Pues sí… ¡y muchos!

Si mirásemos un mapa geológico de España, a parte de las mencionadas Islas Canarias, encontraríamos volcanes en las siguientes comunidades autónomas y provincias:
  1. Ciudad Autónoma de Melilla
  2. Andalucía (Almería y Málaga)
  3. Región de Murcia
  4. Castilla-La Mancha (Albacete, Ciudad Real y Guadalajara)
  5. Comunidad Valenciana (València y Castelló)
  6. Catalunya (Girona, Lleida y Barcelona)
  7. Aragón (Huesca)
  8. Reino de Navarra
Se tratan de zonas volcánicas aisladas, sin actividad y, ninguna, con la importancia o variedad geológica que encontramos en Canarias. Pero, no por ello, dejan de ser zonas menos atractivas desde el punto de vista turístico o científico.

Si nos fijamos con el siguiente plano, realizado por don Antonio del Ramo Jiménez y, gentilmente cedido por Región de Murcia Digital, vemos que todas las zonas volcánicas de tipo basáltico alcalino de la Península Ibérica, están correlacionadas por una gran megafalla que se extiende desde Marruecos hasta el norte de Europa.

Fig. 2 Megafalla europea-marroquí (Autor: Antonio del Ramo Jiménez)
En este escrito haré un inventario de las zonas volcánicas de España (excepto Canarias). Las citaré todas, pero sin entrar mucho en detalle… de hacerlo, este post se convertiría en un artículo demasiado largo y farragoso.

A la mayoría de volcanes, expuestos en este escrito, he podido desplazarme “in situ” para estudiarlos y evaluarlos de cerca. Es posible que me haya olvidado de citar alguno… así pues, quedo a vuestra disposición para ampliar, corregir o aclarar toda información al respecto.

Hecha esta breve introducción, comencemos nuestro periplo volcánico (de sur a norte): desde Melilla y, luego, por todo el Levante de la Península Ibérica, hasta los Pirineos.

1.- CIUDAD AUTÓNOMA DE MELILLA

Nuestra primera parada es en la ciudad española de Melilla (al norte del continente africano). Dentro de sus escasos límites territoriales, no encontramos ningún volcán… pero cerca, en su periferia, se alza el monte Gurugú.

El Gurugú, se trata de un estratovolcán marroquí, pero algunas de sus coladas de lava traspasan (por su zona norte) la frontera española de Melilla.

Si queréis subir a la cima del Gurugú desde la ciudad de Melilla (para así poder ver, entre otras cosas, sus coladas volcánicas de cerca) os recomiendo la siguiente ruta, explicada e ilustrada de forma clara y entendedora por Marruecos Aventura... La siguiente imagen ha sido cedida por este blog amigo, desde su excelente post de la excursión:

Fig. 3 Monte Gurugú desde Melilla
2.- ANDALUCÍA

2.1.- ALMERÍA

En la provincia de Almería encontramos cuatro zonas volcánicas: la isla de Alborán, el impresionante Cabo de Gata, el campo volcánico de Vera y el área del Cóbdar.

Fig. 4 Cabo de Gata. Mi mujer frente al cerro de los Frailes (octubre de 2010)
2.1.1.- Isla de Alborán

Continuando nuestra particular odisea... si desde el puerto de Melilla tomásemos un barco rumbo hacia las costas almerienses, a medio camino de nuestra travesía, pasaríamos por la pequeña Isla de Alborán.

Este islote, de origen volcánico, se encuentra en medio del mar de igual nombre y pertenece, administrativamente, a la provincia de Almería. Por su privilegiada situación, siempre ha sido un punto estratégico de defensa militar.

Fig. 5 Isla de Alborán, foto de Wikipedia
2.2.2.- Cabo de Gata

Llegados a la Península Ibérica, atracamos el barco en el fondeadero de la playa virgen de los Genoveses: El Cabo de Gata es un lugar de indescriptible encanto e inagotable belleza (sobretodo si se va entre setiembre y junio). Mi mujer y yo solemos visitarlo varias veces al año. Si tenéis pensado ir, os recomiendo que os hospedéis al Hostal Costa Rica de San José, abierto todo el año.

Desde el punto de vista científico y paisajístico, no podemos dejar de visitar el par de domos volcánicos del Cerro de los Frailes (ver Fig. 4 anterior) y la caldera volcánica de Majada Redonda. En la siguiente foto, cedida por los responsables del Parque Natural del Cabo de Gata (www.parquenatural.com), vemos una fantástica panorámica de la caldera de Majada Redonda desde el Cerro Peñones (488 m), la segunda cima más alta del parque:

Fig. 6 Caldera volcánica de Majada Redonda
También son muy importantes, turística y geológicamente, las formaciones que encontramos en Monsul-Borronal-Los Genovesesel Plomolas NegrasLoma RedondaMesa RoldánMorrón de Mateo, el cerro de las Yeguas, el cerro Gallardo, el cerro Jayón, el cerro los Lobos, el cerro del Hoyazo (o la Granatilla), etc.

2.2.3.- Campo volcánico de Vera

Cerca de la ciudad almeriense de Vera, encontramos un área con diferentes volcanes. Destacamos los siguientes: Cabezo María, Cabezo Montoro, Cañada Honda y el Cerro Coscojar. Se trata de cerros redondeados y desgastados, que sólo adivinaremos su naturaleza volcánica si estudiamos de cerca sus afloramientos.

 2.2.4.- Área del Cóbdar

El área del Cóbdar, es una región volcánica que se encuentra al norte de la provincia de Almería, entre los pueblos de Cóbdar, Líjar, Chercos, Macael y Albánchez. Sus volcanes, del Jurásico, también se encuentran muy desgastados debido a su antigüedad.

2.2.- MÁLAGA

En la provincia de Málaga, a parte del Parque Natural de la Sierra de las Nieves (con fenomenos volcánicos remarcables); encontramos el volcán de Torrox (llamado así por encontrarse dentro del término municipal de la localidad de igual nombre).

Torrox es un cono volcánico, con cráter apreciable (sobre todo con foto aérea). Como podemos ver en la siguiente imagen, sacada del Google Earth (vista oblicua desde el mar): al centro de la foto tenemos el volcán, lanzando su colada principal hacia la pedanía de El Morche (clicad para ampliar):

Fig. 7 El Morche a los pies del volcán de Torrox
3.- REGIÓN DE MURCIA

3.1.- Campo de Cartagena

Cerca de la ciudad de Cartagena y del Mar Menor, encontramos un campo volcánico formado por pequeños cerros e islotes. Como  cerros destacan: el Cabezo Beaza, el Cabezo Negro de Tallante, la Cebolla, la Aljorra y el Carmolí.

Fig. 8 Volcán andesítico Carmolí (abril de 2012)
Como islotes tenemos 5 dentro del Mar Menor: la isla del Ciervo, la isla del Sujeto, la isla Mayor (o isla del Barón), la isla Perdiguera y la isla Rondella. Fuera del Mar Menor tenemos la isla Grosa.

3.2.- Otros volcanes de la Región de Murcia

Dentro de esta comunidad autónoma encontramos otros edificios, ubicados de forma dispersa y agrupados en pequeños campos volcánicos. Estos volcanes son: los Cabecicos Negros de Fortuna, el Cabezo de Los Rincones, la Celia, los Perez, la Rambla de la Atalaya, Barqueros, el Cabezo Negro de Zeneta, el Castillo, el cerro Negro de Calasparra, el Salmerón, Bolnuevo y los cabezos de San Cristóbal, las Perules y Pedreras.

4.- CASTILLA-LA MANCHA

4.1.- ALBACETE

En la provincia de Albacete, destaca el pitón volcánico de Cancarix. Se trata de un monumento natural ubicado en la Sierra de las Cabras, en Cancarix (T. M. de Hellín). Las rocas que lo forman son lamproítas, rocas ultrapotásicas con un origen muy profundo (enraizado en el manto) y muy escasas en el registro geológico.

Fig. 9 Pitón volcánico de Cancarix, foto de Wikipedia
4.2.- CIUDAD REAL

En plena “Ruta del Quijote”, encontramos la extensa Región volcánica del Campo de Calatrava. Estos últimos años he realizado diferentes viajes a esta zona, para profundizar el estudio de esta poco conocida provincia volcánica.

El Campo de Calatrava tiene más de 240 edificios volcánicos diferenciados. Se tratan, principalmente, de dos tipos de vulcanismo: el estromboliano y el hidromagmático (precisamente, este último, es el más frecuente en la región y da origen a los denominados volcanes de explosión de tipo "maar").

Fig. 10 Laguna de Fuentillejo (maar). Sentado sobre los mud cracks del cráter (mayo de 2009)
Como volcanes de tipo estromboliano recomiendo visitar: el Columba, el Cerro Gordo, la Arzollosa, la Cabeza del Rey o la Yezosa. Como maares de explosión hidromagmática: la hoya del Acebuche, la hoya de Cervera, la laguna del Lucianego, la laguna de Fuentillejo (o de la Posadilla), la laguna del Prado (o la Inesperada) la hoya del Mortero y las lagunas de los Lomillos y las Carboneras.

4.3.- GUADALAJARA

En Guadalajara me sorprendió descubrir los cerros volcánicos de Cañamares. Este campo volcánico ocupa una extensión total de 770 ha, distribuidas entre diferentes localidades, como: Miedes de Atienza, Cañamares, Tordelloso y La Miñosa. Mi estudio se centró, precisamente, con los cerros andesíticos de la Miñosa.

Fig. 11 Cerros andesíticos de Miñosa (agosto de 2006)
5.- COMUNIDAD VALENCIANA

Volvemos a la costa... En la Comunitat Valenciana tenemos 3 buenos ejemplos de vulcanismo, distribuidos entre las provincias de Valencia y Castellón. Estos son Picassent, Cofrentes y las islas Columbretes.

5.1.- VALENCIA

En la localidad valenciana de Picassent, encontramos los restos de un volcán… actualmente, totalmente inapreciable y reconvertido, desde hace unas décadas, en una nivelada finca de cítricos.

En cambio, en Cofrentes encontramos un estratovolcán estromboliano, constituido por un cono de piroclastos, coladas y lava basáltica. Se trata del volcán de Cofrentes (también llamado cerro de Agrás o cerro Negro).

Fig. 12 Volcán de Cofrentes (abril de 2012)
5.2.- CASTELLÓ

Las islas Columbretes son cuatro grupos de pequeñas islas volcánicas que juntas tan solo suman un total de 0,19 km². Están situadas a unos 50 kilómetros del cabo de Oropesa y pertenecen, administrativamente, a la ciudad de Castellón. Estos 4 grupos de islas (islotes, rocas y escollos) se llaman: la Illa Grossa, La Ferrera, La Foradada y El Carallot (o Bergantín).

En la siguiente fotografía, tomada durante mi visita (en catamarán) a este frágil parque natural, vemos parte del espectacular cráter, en forma de herradura, de la Illa Grossa (usado, desde antaño, como puerto natural). A su derecha, tenemos el islote de la Foradada y, al fondo, el pequeño Carallot.

Fig. 13 Illa Grossa, al fondo la Foradada y el Carallot (julio de 2008)
6.- CATALUNYA

Estos son, sin duda, los volcanes que más conozco y quiero… son los volcanes de mi tierra… son los volcanes que estudié a fondo en mi carrera.

Todo el vulcanismo catalán, se engloba dentro de una gran área conocida como la Regió volcànica de La Garrotxa (o Regió volcànica d’Olot), comprende una gran parte de la provincia de Girona, algo de la provincia de Lleida y un poco de la de Barcelona.

6.1.- GIRONA

En la provincia de Girona, a su vez, existen tres zonas volcánicas diferenciadas: l’Empordà, la Selva y la Garrotxa (esta da nombre a toda la región).

Fig. 14 Zona volcánica de la Garrotxa. Volcà de Santa Margarida (con la ermita en el cráter), foto de Wikipedia
6.1.1.- Zona volcànica de l’Empordà

La zona de l’Empordà es el campo volcánico más antiguo de la región (sus volcanes se originaron durante el plioceno). La comarca del Baix Empordà está llena de conos volcánicos, especialmente por el norte de La Bisbal, donde encontramos, entre otros, el Montori de Rupiá. En el Alt Empordà, destaca el volcán Puig de La Guilla (en las cercanías de Arenys de Empordà) y el Vilacolum (cerca de la población del igual nombre).

6.1.2.- Zona volcànica de la Selva

Entre los volcanes más conocidos de esta zona se encuentran el de Sant Cornelli, el de la Crosa de Sant Dalmai, el Castell d’Hostalric, el Turó de Patllari, el Puig Marí o el Camp dels Ninots.

6.1.3.- Zona volcànica de la Garrotxa

Esta es la zona más importante de toda la región volcánica (como se ha dicho, le da el nombre) y es la más joven de todas (del cuaternario). Alberga muchos volcanes y grandes coladas de lava (como la de Castellfollit de La Roca o San Joan les Fonts). En la Zona Volcànica de la Garrotxa, se encuentran los volcanes más importantes como son: el Croscat, el Santa Margarida (el de la foto anterior) o el Rocanegra. Pero también tenemos otros edificios remarcables como: el Montolivet, el Montsacopa, la Garrinada, l’Aiguanegra, el Puig Rodó, la Serra de Murià, el Pujalós, el Puig de l´Os, el Puig de la Roureda, el Puig Subià, Can Tiá, el Treiter, Colama, el Puig de Cantallops, el Puig de la Banya, el Castellet, el Puig Castellar o el Puig d’Adri.

Fig. 15 Estudiando la disposición de los piroclastos del volcà Croscat (junio de 2006)
6.2.- LLEIDA

En la provincia de Lleida se prolonga la Regió volcànica de la Garrotxa con fenómenos como: la andesita de Vilancos, el Coll de Oli, la riolita de Aguiró, la Serra del Cadí o el volcà de Erillcastell.
                                                          
6.3.- BARCELONA

De la misma forma le pasa a la provincia de Barcelona, donde encontramos el volcà de Camprodon.

7.- ARAGÓN

En pleno Pirineo, al norte de Aragón (en la provincia de Huesca) y casi haciendo frontera con Francia, encontramos el volcán Anayet (muy cerca de su “hermano” francés, el volcán de Midi d’Ossau).

El Anayet son los restos de un volcán del pérmico. El edificio original se derrumbó quedándonos, tan solo, su chimenea andesítica. A su alrededor (todo el macizo de Anayet) se considera los restos de una vieja caldera volcánica. En esta caldera, encontramos el propio pitón del Anayet, un lacolito y un sil.

Fig. 16 Llegando, junto a mi mujer, a la base del Anayet (mayo de 2012)
8.- REINO DE NAVARRA 

En los Pirineos occidentales, entre la frontera de España y Francia, donde se unen los territorios vascos tradicionales de Labort y Navarra (comarca de Cinco Villas), tenemos el pico de Larrun (La Rhune en francés). El Larrún se trata de un estratovolcán extinto que, al igual que el Anayet, data del pérmico.

Fig. 17 Volcán de Larrun, foto de Wikipedia
Y desde la cima de este bello emplazamiento pirenaico, me siento sobre el frío basalto y pierdo mi mirada hacia Levante… Mis ojos no ven ni explosivos piroclastos, ni ardiente lava, ni humeante ceniza… mis ojos tan sólo ven una vieja "piel de toro" con cicatrices de huellas marcadas con fuego… mis ojos, ya cansados, tan sólo ven vetustos volcanes… dormidos… callados… casi olvidados… ¡expectantes!

lunes, 1 de octubre de 2012

Jardín Zen: Cuando las piedras muestran su alma

Hace ya un tiempo, buscando información sobre diferentes tipos de jardines del mundo, me topé con uno que me dejó asombrado… asombrado porqué era la antítesis de un jardín convencional… asombrado porqué se componía de la “materia prima” de mi profesión: las piedras… eran los llamados jardines Zen.

Un jardín Zen o karesansui, es un tipo de jardín japonés construido para la contemplación. Fueron introducidos por los monjes Zen  hace más de trece siglos… La palabra Zen significa meditación y esta es la función principal que tienen estos jardines: ser lugares para ser contemplados y facilitar la meditación. Pero su característica más especial es que son jardines secos… me explico: se trata de una extensión de grava poco profunda, donde se ubican rocas dispersas por su superficie. La grava representa el mar y las rocas las islas (también se puede interpretar como el espacio y los planetas… el desierto y las montañas…).

Karesansui del tempo Ryoan-ji (foto de Wikipedia)

Para la construcción de un karesansui necesitaremos escoger un sitio que sea apropiado para la contemplación: es recomendable hacerlo lejos de lugares donde animales y niños puedan perturbarlo. Los Zen son jardines-escena, por tanto, deben tener unas dimensiones limitadas a nuestro campo visual. Generalmente, están pensados para tenerlos fuera de una casa, pero si no disponemos de una zona exterior, también los podemos construir en el interior de una vivienda (para pisos pequeños, venden unos recipientes montados para tal efecto). Lo más importante a tener en cuenta es que: el tamaño del jardín no es lo más importante, sino los elementos que lo integran.

Así pues, para crear un jardín Zen, se habrán de considerar tres aspectos importantes (totalmente independientes a sus medidas) como son: la simplicidad, la fluidez y la distribución de sus objetos.

Elementos que integran un jardín Zen

En primer lugar, necesitaremos un lecho detrítico. Si disponemos de un jardín de grandes dimensiones (es decir, un espacio donde podemos entrar y caminar dentro de él) yo le pondría grava. Si se tiene una superficie menor (1 o 2 metros cuadrados) yo la llenaría de gravilla. Por último, si es un receptáculo pequeño, lo más recomendable será escampar arena. En todos los casos, el material debe estar perfectamente nivelado y raseado. Después, con la ayuda de un rastrillo, podemos “peinarlo” formando diversos patrones.

Sobre esta capa de detritos, se colocarán las diferentes piedras. Estas rocas, nos quedarán mejor si las “sumergimos” parcialmente en el lecho y rastrillamos su contorno. Es tipico el uso de basaltos, pero podemos poner las piedras que más nos gusten o nos transmitan mejores sensaciones. Es preferible utilizar un número impar de rocas (dicen que da buena suerte), no se debe colocar ninguna en el centro del jardín y hemos de huir de toda simetría. Los budistas dicen que cada piedra tiene una “cara feliz”… es decir, las hemos de examinar desde todos los ángulos, para determinar que lado de ellas nos gustaría más que mostraran.

Los basaltos son rocas muy utilizadas en los jardines Zen

Por otra parte, podemos añadir al karesansui otros elementos como: troncos, algún ser vivo (plantas, hongos), cristales de roca, fósiles, velas, esculturas, elementos con agua... en fin, todo lo que consideremos que puede ayudar a crearnos un escenario visualmente agradable. Pero siempre teniendo en cuenta de no llenar demasiado el espacio: un jardín minimalista va a acentuar la fluidez de las líneas y sus objetos.

El diseño de nuestro jardín Zen es algo muy personal y lo podemos construir según nuestras necesidades estéticas, experimentando para ver lo que más nos gusta... pero recordando que la idea fundamental es mantener el jardín lo más austero posible.

Descripción e interpretación de mis jardines Zen

Dispongo de tres jardines Zen: dos miniaturas de interior y uno de exterior.

1.- El jardín Zen de mi despacho

Mi primer karesansui es uno muy pequeño de interior. Lo compré en una tienda oriental, hace ya un tiempo. Del pack original que adquirí (completo, pero algo impersonal) me quedé, tan sólo, con el recipiente de madera y con el rastrillo.

Mi primer karesansui (clicad para ampliar la imagen)

Este mini jardín Zen se encuentra sobre la mesa de mi despacho. La ubicación de sus elementos es dentro del recipiente de madera negra, de forma cuadrada (12X12 cm), que venía con el pack original. El color negro del receptáculo (se dice) que ayuda a absorber las energías negativas del ambiente.

Como lecho detrítico le puse un poco de arena de la playa de San José de Almería (muy significativa para mí y mi mujer). Esta arena está rastrillada en líneas rectas (horizontales a mi visual), proporcionando calma al conjunto.

Por otra parte, escogí tres piedras, siguiendo como criterio de selección su color: un cuarzo de leche (blanco), un basalto (negro) y una pizarra con un liquen (gris). Están sobre la arena, medio hundidas y colocadas en forma de triángulo (más o menos equilátero). Esta distribución tan regular significa que el trío de rocas está en equilibrio y tienen la misma importancia dentro del jardín. La blanca y la negra representan dos polos opuestos (como el ying-yang); en cambio, la gris, es un término intermedio que nos representa a nosotros mismos: somos error y acierto… somos tristeza y alegría… somos fuerza y debilidad… Sobre esta pizarra vive un liquen que viene a explicar que: “la duda es la certeza que estamos vivos”.

La conclusión que podemos sacar de este karesansui es que debemos ser ecuánimes en las decisiones difíciles, manteniéndonos siempre en consonancia con todos los extremos del planteamiento. Este conjunto ofrece orden, equilibrio y serenidad… factores muy importantes en mi lugar trabajo.

2.- El jardín Zen de mi salón

Mi segunda miniatura de interior la compré en una tienda de artículos naturales. De esta adquisición también descarté diferentes elementos de su pack original: quedándome con el recipiente, el rastrillo y una de las piedras que venía en el set (una caliza con los grafismos “Zen” pintados en superficie).

Mi segundo karesansui (clicad para ampliar la imagen)

Este karesansui lo podemos ver en el buffet del salón de mi casa. Al igual que el "jardincito" anterior, la ubicación de sus elementos es dentro de un recipiente de madera negra... pero, en este caso, el receptáculo es algo mayor y tiene forma rectangular (35X22 cm).

El lecho detrítico es también arena de playa rastrillada en líneas rectas y paralelas al lado mayor de la bandeja.

En este caso también escogí tres piedras. Complementando a la calcárea “Zen” del pack original, añadí dos piedras más: un cristal de roca y otra calcárea (pero esta cubierta por líquenes). Las tres se situan en los vértices de un triangulo (más o menos) isósceles. A pesar de sus claras diferencias morfológicas, las dos calizas están unidas… esta unión queda simbólicamente representada por el rastrillado de la arena, entre ambas, en forma de lazo. La pulcritud de la calcárea “Zen” nos transmite humildad y sosiego; los seres vivos invadiendo a su compañera nos expresan vida y lucha… son conceptos opuestos, pero conceptos que deberían siempre acompañarnos juntos en la vida. Por otra parte, el cristal de roca, se sitúa relativamente equidistante a las dos calizas: tiene su contorno rastillado formando “ondas” concéntricas queriendo, de esta forma, expresar las propiedades que se le otorgan a los cuarzos hialinos (se piensa que este tipo de cristal ayuda a recibir, almacenar y transmitir energías positivas y armonía).

La conclusión que sacamos de este segundo karesansui, es que nos ofrece sencillez y paz a todos los que vivimos en casa… pero, también, imprime fuerza y carácter para afrontar los obstáculos que nos pone la vida.

3.- El jardín Zen de exterior

Estos dos karesansui que os acabo de presentar, realmente, no dejaban de ser un simple pasatiempo con el que me entretenía, junto a mi mujer... Si os fijáis, por este motivo, he etiquetado este artículo como un juego de sociedad (uno de los seis temas tratados en este blog). El impulso de crear un jardín Zen de exterior me vino cuando me di cuenta que necesitaba más espacio y mayor contacto con ellos… ¡Los karesansui eran ya más que un juego para mí!

Grafismo Zen, pintado sobre un fragmento de teja, en los muros de mi karesansui de exterior

3.1.- Ubicación

Para construir mi jardín Zen de exterior, escogí el campo de olivos de la casita de campo de mis abuelos (que se encuentra a pocos quilómetros de mi casa). Desde siempre, este lugar, me a llenado de muy buenas sensaciones. Escogí este terreno por ser un sitio que voy a menudo a pasar las tardes… un sitio donde, fácilmente, podría emplazar un karesansui.

Después de mucho meditar donde podría construirlo, encontré el lugar perfecto: cerca de la casita de campo hay un nido de cazadores abandonado (a mi familia nunca nos ha gustado la caza) fue construido, hace decadas, por los anteriores propietarios de la finca. Hasta la fecha, esta trinchera semicircular, estaba abandonada y era utilizaba como acopio de las ramas secas de los olivos... entre esas ramas crecía la maleza. Mirando ese montón de desechos vegetales, pensé como quedaría allí un karesansui y... ¡me gustó la idea!

Vista general de mi karesansui de exterior (clicad para ampliar la imagen)
Su tamaño era ideal para mi propósito (ni muy grande ni muy pequeño): con un buen espacio interior de un par de metros cuadrados... Su situación era inmejorable: ya que se encuentra a pocos metros de la casita de campo, pero en un lugar apartado y tranquilo; rodeado de naturaleza, cantos de los pajarillos y rumor de viento. Su forma de media luna era perfecta para la contemplación: cuando me siento al suelo frente su apertura, el muro (construido con piedra seca) y yo somos sólo uno... juntos cerramos el jardín que se abre a mis ojos... a mi  espíritu... En definitiva: lo que antaño fue un lugar donde los hombres se ocultaban, resonaban disparos de escopeta y se mataba animales; ahora es un lugar de contemplación, meditación, silencio y paz.

3.2.- El lecho detrítico

Lo primero que hice fue sacar la acumulación de ramas de olivo secas de su interior, arrancar la maleza y retirar toda la tierra vegetal, acumulada dentro del nido de cazadores, hasta encontrar la roca de la base (ya que esta trinchera se construyó sobre una costra calcárea). Una vez bien saneado el emplazamiento, le añadí cuatro carretilladas de gravilla como material para el lecho.

Descargando carretilladas de gravilla en el nido de cazadores, recién limpiado y desbrozado

La gravilla de mi karesansui (con granos angulosos de 0,5 cm de diámetro) proviene de cantera, es decir: se fabricó (machacándola y cribándola) como árido para elaborar asfalto. Petrológicamente, sus heterogenias partículas son totalmente irreconocibles (pudieran ser rocas de cualquier tipología). Pero, lo importante... lo que nos tiene que transmitir el lecho de este karesansui, es que se trata de un material antrópico: fabricado por la mano del hombre y manipulado, dentro del propio jardín, por la mano del hombre…

Esta gravilla, como si del agua de un lago se tratase, cubre y nivela todos los huecos de la superficie cóncava e irregular de la roca del nido de cazadores, quedándonos un lecho detrítico con un contorno de forma globular, sin esquinas ni simetrías de ningún tipo.

Gravilla explanada y nivelada sobre la roca y "peinada" con un rastrillo

3.3.- Las piedras

Escoger las piedras para dar vida a mi jardín Zen de exterior, fue toda una experiencia: quise que fueran representativas, con fuerza interior y energía. Sobre el lecho de gravilla que personifica a la humanidad, quise colocar  elementos que simbolizarán a la propia naturaleza. Pensé que la forma más visual para representarlo sería poniendo muestras de los tres tipos de roca que existen en la Tierra: ígneas, sedimentarias y metamórficas. Estos tres tipos están relacionados por el Ciclo de las Rocas (tema que expliqué en este mismo blog). A continuación os detallaré como fue la selección de las piedras de mi karesansui, todas ellas con su propia historia... todas con su propia alma...

Para comenzar, como rocas ígneas, escogí dos muestras: un basalto y un granito.

3.3.1.- Basalto

Bomba basáltica encastada sobre la gravilla de mi karesansui

El basalto, como se ha dicho en la introducción, es una roca muy importante dentro de los jardines Zen: su color negro es una fuente de absorción de energías negativas. ¡Era imprescindible disponer de un ejemplar en mi jardín!

El fragmento escogido es una bomba basáltica. Se trata de un piroclasto (roca de fuego) anguloso, áspero y lleno de vesículas. Fue generado y proyectado, des del interior de la Tierra, durante una erupción volcánica. Lo recogí, hace muchos años, cuando era un niño, en los volcanes de Olot (Girona).

3.3.2.- Granito

Fragmento de granito sobresaliendo en mi karesansui

La otra roca ígnea es un granito. Se trata de una roca plutónica, muy resistente, formada a partir de un magma dentro de la corteza terrestre. Está compuesto, básicamente, por feldespatos, micas biotitas y cuarzo (como sabéis, este último mineral, también es muy importante dentro de un jardín Zen). Estos tres cristales se disponen en desorden, pero en equilibrio, dentro de la propia roca.

Al igual que el basalto, esta muestra, también presenta una superficie angulosa y áspera. Proviene de la Sierra de Guadarrama (Segovia).

Como rocas sedimentarias, opté por dos tipos de calcáreas: un jaspe de Tortosa y una caliza con fósiles. 

3.3.3.- Jaspe de Tortosa

Trozo de jaspe de Tortosa hincado en el lecho de mi karesansui

El jaspe de Tortosa, popularmente conocido como Pierda de la Cinta, se trata de una caliza de un color rojizo muy característico. Es una roca ornamental (mal denominada mármol) única en el mundo por sus características intrínsecas y muy apreciada por los marmolistas por sus calidades manipulativas. A Italia es conocida como "a broccatello di Spagna", por su similitud con las texturas de los brocados. Como anécdota decir que es una de las rocas utilizadas en las sepulturas del Panteón de los Reyes de España, en la cripta del Palacio del Escorial.

Se trata de un fragmento también anguloso, pero con un contorno más suave que las anteriores rocas. Mi muestra la encontré al lado de mi casa: a un kilómetro y medio hay una cantera abandonada de jaspe de Tortosa.

3.3.4.- Caliza fosilífera

Canto rodado de caliza (con fósiles) reposando sobre mi karesansui

La otra roca sedimentaria de mi jardín Zen es una caliza fosilífera. El material que compone esta piedra, son los restos del sedimento de un mar jurásico, con rico registro paleontológico. Mi muestra se trata de un canto rodado encontrado en el río Tastavins, a su paso por Peñarroya de Tastavins, en la provincia de Teruel, (recordemos que en esta localidad se descubrió a un gran dinosaurio saurópodo llamado “Tastavinsauro”).

Este rico registro fósil, queda testificado por los restos de conchas de moluscos que se observan por la superficie de esta piedra. Se trata de una muestra de superficie redondeada, lisa y rodada.

Por último, también escogí una típica roca metamórfica:

3.3.5.- Esquisto

Fragmento de esquisto (con líquenes y musgo), medio enterrado en mi karesansui

Con delicadeza tomo y escucho a este "anciano" esquisto… me confiesa que su historia se remonta a la era primaria de la Tierra… me cuenta que fue arcilla, se convirtió en roca y se metamorfizó... que a sufrido dos orogénesis, que ha visto reinar y sucumbir cientos de especies, que ha vivido la apertura y cierre de los océanos… Hoy, terminando su ciclo vital, acoge con dulzura a seres vivos que moran sobre él… hoy a conocido al hombre.

Mi fragmento se encuentra desgastado, alterado e invadido por líquenes y musgo... lo recogí de la carretera de Vallvidrera a Sant Cugat, en la Serra de Collserola (Barcelona).

3.4.- Conclusiones

Cuando llego por las tardes a la casita de campo de mis abuelos, voy hacia mi karesansui, me siento en una vieja alfombrita frente a él, aparto sus cinco piedras Zen y las limpio a conciencia con agua.

Lavando las piedras Zen de mi karesansui con agua corriente

A continuación, retiro todas las hojas secas, ramitas y otros objetos que han caído sobre la gravilla. Una vez aseado el lecho detrítico, hundo mis desnudas manos en él… me encanta oír el crujir de sus partículas entre mis dedos... me encanta sentir el calor que desprenden sus granos caldeados por el sol, durante todo el día: es como un primer intercambio de energía.

Hundiendo mis dedos en el lecho de gravilla recién limpiado

Después, también con mis manos, vuelvo a alisar y nivelar toda la superficie del lecho... con la ayuda de un rastrillo, dibujo líneas rectas (horizontales respecto a mi posición) para dar calma al conjunto… Una vez “peinado” el lecho, de nuevo puedo vestir mi karesansui con sus elementos.

Si miramos la siguiente foto, podemos ver que las cinco piedras Zen se sitúan en forma de pentágono irregular (mostrando, con esta forma geométrica, equilibrio e igualdad entre todas ellas). Alrededor de cada una de estas piedras, como se observa, se han dibujado sobre la gravilla líneas concéntricas... Si nos fijamos las 2 rocas ígneas (basalto y granito), al ser del mismo tipo, sus líneas circulares se tocan; al igual pasa con las 2 sedimentarias (Jaspe de Tortosa y caliza con fósiles); en cambio, el esquisto a pesar de tener sus trazos cerca de los de la caliza con fósiles, no llega a tocarlos. Estas líneas concéntricas representan: conexión y ciclicidad entre todas las piedras Zen pero, al mismo tiempo, independencia para cada una ellas.

Distribución de mi karesansui de exterior (clicad para ampliar la imagen)

El diseño de este jardín Zen quiere representar a un gran reloj, donde cada roca es un instante de la naturaleza... de nuestra vida... Comenzamos por el negro basalto, vamos mirando el resto de piedras, siguiendo el sentido horario:
  1. El basalto es la piedra más joven de mi karesansui, está en el primer instante del reloj. Dentro del jardín se encuentra sobre la gravilla como recién caído del volcán. Representa: nacimiento y niñez, creación y vida
  2. A continuación tenemos el granito. En mi karesansui se sitúa, en posición vertical, sobresaliendo del lecho de gravilla, mostrando un corte fresco (sin ninguna alteración externa). Esta roca nos evoca: adolescencia, fuerza y descubrimiento.
  3. La siguiente es el jaspe de Tortosa. Lo encontramos algo hundido en la gravilla, también de pié pero, en este caso, en posición horizontal. Simboliza: juventud, proximidad y belleza.
  4. Después viene la caliza fosilifera que descansa, sin ahondarse nada, sobre la gravilla del lecho. Es símbolo de: madurez, adaptación y progresión.
  5. Por último tenemos el esquisto (la roca más antigua del jardín) situada a la "medianoche" de este reloj, terminando ya el día... su ciclo vital. Lo encontramos medio enterrado y mostrando su cara “geológicamente incorrecta”, es decir: el lado alterado que mostraba en el afloramiento donde se recogió. Esta roca nos transmite: vejez, experiencia y muerte.
El conjunto “gravilla-piedras” de mi karesansui, como se ha dicho, representa el binomio “humanidad-naturaleza“… pero es, sobretodo: equilibrio y fluidez de todos sus componentes.

Los diferentes líquenes saxícolas y el musgo que encontramos sobre el esquisto, son los únicos seres vivos que moran, de forma permanente, dentro de mi karesansui... Estos hongos y plantas (como el resto de elementos del jardín) reciben todos mis cuidados, ya que ellos también son parte importante de mi Zen.

Para ayudar a la abstracción, durante el momento de la meditación, a veces “engalano” mi karesansui con complementos temporales que, al terminar la sesión, retiro del lecho. Estas piezas representan los cuatro elementos clásicos:
  1. El  fuego es la llama de una vela encendida con su cera confinada en un recipiente de metal. Se encuentra entre el esquisto y el basalto, representando el traspaso entre una vieja y nueva vida... representando la destrucción y creación que nos aporta el fuego en la naturaleza.
  2. El agua, sacada de un pozo, está vertida dentro de un bol de vidrio transparente. Se sitúa entre las dos rocas ígneas y las dos calizas... Al igual que en la naturaleza, donde el agua es un agente geológico que transforma una roca ígnea con una sedimentaria, en este karesansui simboliza la transformación entre niño y adolescente, entre joven y adulto. 
  3. La tierra está figurada por arena echada dentro de un cacito de cerámica. Se situa entre la caliza con fósiles y el esquisto... queriendo explicar conceptos como: arraigo, prudencia y decadencia... conceptos que tenemos en el tránsito de adulto a viejo. 
  4. Por último, el aire es el humo de una barra de incienso apoyada sobre un quemador de madera. Si nos fijamos, este inciensario se encuentra fuera de la trayectoria circular del reloj, pero su "aire" lo envuelve todo: todas las piedras, todos los elementos... Como se observa, se encuentra cerca del basalto y el granito, esto quiere representar que los niños son los que disfrutan más de las cosas etéreas e intangibles...
A pesar de esta equilibrada y fluida colocación de los cuatro elementos temporales dentro de mi jardín, como podemos ver, su ubicación evita cualquier tipo de simetría y regularidad... y , la presencia de este cuarteto de complementos, no altera el número impar de elementos expuestos dentro del karesansui.

Mi jardín Zen con la representación de los Cuatro Elementos Clásicos

En fin... No se si es por el amor innato que tengo a las piedras… quizás sea por mi marcada espiritualidad… o pudiera ser que fuera cuestión de sensibilidad e imaginación… pero el tiempo me enseñó a escuchar las piedras, a ver su alma y a sentir su energía… el tiempo me enseñó a entender a las rocas, mucho más lejos que la geología me aleccionó… el tiempo me enseñó a ser, tan sólo una pieza más, dentro de mi karesansui.

Gracias por compartir conmigo este momento de contemplación… gracias por compartir mi experiencia.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

La Sénia. Entre lavaderos y miradores


La iaia Maria em contava,
assegut al seu davantal,
que sentia gran enyorança
d’aquell poble de nívia estampa,
d’aquell poble al sud del Montsià.

Esta es la primera estrofa (de versos octosílabos y rima asonante: a-b-a-a-b) de una poesía que dediqué a la Sénia, el pueblo de la familia de mi padre, a mediados de los noventa. Estos cinco versos son el comienzo del primer poema (escrito con métrica catalana) de una recopilación de poesías llamada: Instantànies d’un Sentiment. Pues bien: de la Sénia y también de mi padre, os quiero hablar en esta ocasión.

Fue hace cuatro años… una noche de setiembre, le pregunté a un ángel: “¿sabrías decirme cómo hacer inmortales a las personas que queremos?” Él me respondió: “haciendo inmortales los momentos que pasamos con ellos”. Desde entonces, cada segundo que comparto junto a mis seres queridos, se convierte en uno de esos momentos eternos… en momentos de harmonía interior… en momentos dulces y sencillos que nos regala la vida… en momentos que, no por ser más rutinarios, dejan de ser menos inolvidables…

Pues bien, junto a mi padre, estos momentos eternos los solemos gozar cuando nos reunimos los dos en la Sénia (hecho que sucede bastante a menudo). Allí pasamos juntos el día entero, haciendo actividades que, para muchos, pasarían desapercibidas pero que, para mí, se convierten en un pedazo de inmortalidad…

 Junto a mi padre, comiendo una paella a Casa Manolo (La Sénia)

Mi padre tiene en la Sénia su restaurada casa natal y un pequeño huerto al lado del río. Cuando nos reunimos, después de un buen almuerzo en el Restaurante Casa Manolo y de hacer una agradable sobremesa, solemos salir de paseo. Vamos al huerto a regar, desbrozar las malas hierbas o a cosechar los frutos. A veces, vamos a comprar el pan, el pescado, la carne... a las tiendas del pueblo, donde hacemos vida social. En otras ocasiones, simplemente, vamos de paseo por las calles de la Sénia donde él me muestra rincones llenos de historia… recovecos que atesoran los recuerdos de su niñez… La ruta que os mostraré es un buen ejemplo de los garbeos que nos damos por su pueblo.

La Sénia es un municipio de algo más de 6000 habitantes. Se encuentra en la provincia de Tarragona, al sur de Catalunya, en un extremo de la comarca del Montsià. Está construido al borde del los taludes del río Sénia (que hace de frontera natural con la Comunitat Valenciana) y a los pies del Macizo del Port.

Campanario de la iglesia de la Sénia, en Fiestas Mayores

Su actividad económica ancestral ha sido la agricultura, sobretodo de los cultivos de secano como los olivos, viña y cereales. A partir de los años 30 del siglo XX, aparecieron las primeras fábricas de pinceles. En los años 60, la construcción del Pantano de Ulldecona en el río Senia (aguas arriba de la población) atrae trabajadores inmigrantes del sur de España. Esa mano de obra, acabará repercutiendo en el crecimiento industrial de la Sénia, creándose nuevas empresas como las papeleras y, sobretodo, las fábricas y tiendas de muebles.

Y es que la importancia y proliferación del mercado mobiliario, la calidad y diseño de los productos elaborados y el servicio ofrecido por sus profesionales... han hecho que esta localidad se haya acabado denominando, de forma muy correcta, como: “El País del Moble”. Sólo deciros que los muebles de mi casa son de la Sénia y os recomiendo, antes de que compréis cualquier “madera” a precio de “ganga”, vayáis hacer una visita, sin compromiso, a sus tiendas… luego, ¡decidid!

Logo de “La Senia. El País del Moble”

Desgraciadamente, la crisis actual también ha hecho mella en el sector del mueble de la Sénia. Sus habitantes, con imaginación y mucho esfuerzo, están sacando adelante esta recesiva situación. Un buen ejemplo de esto es la promoción que se está haciendo de un turismo de calidad, como es la abertura del Parc Natural del Port desde la Sénia… y es que buena parte de su término municipal se encuentra dentro de este precioso parque… pero esto serán ya andares de otro escrito…

En esta ocasión, la pequeña ruta que os queremos mostrar, discurre entre los lavaderos y miradores públicos que tiene el pueblo... pero, también, nos acercará a otros lugares emblemáticos de la localidad.

Los lavaderos públicos son construcciones de arquitectura civil que, hasta la introducción del agua corriente en las casas, era frecuente encontrar en nuestros pueblos y ciudades. Eran el lugar donde (habitualmente) las mujeres acudían a hacer la colada. Se convertían en sitios de encuentro y transmisión de la información de la vida cotidiana. En la Sénia tenemos cuatro: el Safareig de la Clotada, el Safareig de la Noria, el Safareig de la Plaça y el Safareig del Calvari.

Por otro lado tenemos los miradores públicos. Como se ha dicho, la parte suroeste del pueblo se asienta sobre los taludes del río Sénia. Las calles y plazas que desembocan sobre este precipicio, mediante una baranda, se convierten en verdaderos balcones que nos abren la vista y detienen el tiempo... En el municipio tenemos cinco: el Mirador de la plaça del Bruc, el Mirador del carrer Galileu, el Mirador del carrer Major, el Mirador de la Costa Dreta y el Mirador de la plaça Major.


Ruta de los lavaderos y miradores públicos de la Sénia

  • Tipo de ruta: Circular
  • Tiempo: 1 hora (a paso tranquilo).
  • Distancia: Unos 2 kilometros.
  • Desnivel: Inapreciable.
  • Dificultad: Muy baja (apta para toda edad y condición).
  • Agua: Tenemos fuentes, bares, tiendas de alimentación en todo el recorrido.
  • Equipamiento: Ninguno especial. Es recomendable disponer de un plano de la Sénia.

 Plano general de la ruta (clickad encima para ampliar)

Comenzamos esta ruta en la Oficina de Turisme (al lado del Ayuntamiento de la Sénia). En frente de la oficina de turismo, vemos que el carrer de Barcelona (la calle principal que sube hasta aquí) se trifurca convirtiéndose en la plaça de Cristòfol Colom. Pues bien, de las tres calles que salen de esta plaza, tomamos la de nuestra derecha: el carrer de Tarragona.

Paseando por esta transitada calle, pronto pasaremos por la agradable plaça de Pius XII, a la sobra de palmeras y moreras (y en frente de la gasolinera de la Sénia). Continuamos por el carrer de Tarragona hasta llegar a una ancha calle que lo atraviesa: es el passeig de la Clotada. En este concurrido paseo podremos acceder a diversos centros públicos como: el Espai Jove (a nuestra izquierda), la Biblioteca Pública, les oficines del Parc Natural dels Ports, la Casa de Cultura, el Centre d'Atenció Primària o el Pabelló Municipal d'Esports (todos estos, a nuestra derecha).

1.- Lavadero de la Clotada

Cruzamos este paseo y continuamos por el carrer de Tarragona, que ahora pasa a decirse carrer de Berenguer IV. Inmediatamente, a mano izquierda, tras una reja, encontraremos el primer lavadero de nuestra ruta: el Safareig de la Clotada. Sin duda, el más moderno de los cuatro que visitaremos.

Safareig de la Clotada, al carrer Berenguer IV

Proseguimos por la calle de Berenguer IV un buen trecho... finalmente, llegaremos a la plaça d’Amèrica. Dejamos la plaza atrás y continuamos (siguiendo la misma dirección que llevábamos) por el carrer de Benifassà, hasta una cercana y pequeña rotonda.

En esta glorieta, podríamos ir a la derecha: hacia la Capella de Nostra Senyora de Pallerols o seguir recto: hacia el Pantano, el Parc Natural dels Ports y la Tinença de Benifassà. Pero nosotros giraremos a la izquierda, por el carrer d'Osca, y caminaremos por esta tranquila calle hasta el final.

1.- Mirador de la plaça del Bruc

La calle de Huesca desemboca al carrer Sanç d’Aragó, que tomaremos hacia la izquierda. A pocos metros, tras una sombreada plaza, encontraremos el primer mirador de este recorrido: el Mirador de la plaça del Bruc. Aquí, con la ayuda de un panel de orientación, podemos disfrutar de unas buenas vistas del bosque de ribera del río Sénia y del Port.

 Mirador de la plaça del Bruc

2.- Lavadero de la Noria

Dejamos atrás la plaça del Bruc y continuamos por el carrer de Jaume I que nos va acercando hacia el núcleo antiguo de la localidad. En esta misma calle, a mano derecha, veremos una casa de sencilla arquitectura Modernista y, más adelante, en frente de la residencia para la gente mayor, tras una puerta de hierro, encontraremos el Safareig de la Noria.

 Safareig de la Noria, en el número 46 del carrer Jaume I

Este es el lavadero más antiguo de la Sénia. Fue construido antes de 1834, año que se hizo la primera canalización de agua del municipio. Esta canalización reseguía esta misma calle hasta la plaça Major y era conocida como el “reguer del poble”. Hasta finales del siglo XIX, este lavadero, estaba enfrente del emplazamiento actual, pero debido a la construcción de una fábrica de extracción de aceite de sansa y la modificación del trazado de la canalización (a una cota inferior), se reubicó a esta nueva posición. Debido a este cambio de altura de la canalización, para poder acceder a este lavadero (situado al mismo nivel), tenemos que bajar unas escaleras.

2.- Mirador del carrer Galileu

Continuamos por el carrer Jaume I, ahora con ligera subida. Tomamos la primera calle a la derecha (el carrer Galileu) y vamos hasta su final, allí, encontraremos una barandilla con vistas a la Peixera y a les Cases del Riu, es el Mirador del carrer Galileu.

Mirador del carrer Galileu

Deshacemos nuestros pasos hasta el carrer Jaume I que proseguimos hacia arriba. A un tiro de piedra, llegaremos al carrer del Carme que lo cruza. Giramos hacia nuestra derecha y veremos que la calle se estrecha, estamos en el Portalet: una de las dos entradas que cerraban el núcleo medieval de la Sénia.

3.- Mirador del carrer Major

Travesado el Portalet llegaremos al carrer Major, lo tomamos hacia la derecha y vamos hasta el final (pasaremos por varios callejones sin salida) aquí la calle hace un giro a la izquierda, desembocando a una balconada: es el Mirador del carrer Major.

 Mirador del carrer Major

La vista desde este mirador quizás nos parecerá similar a la que hemos estado oteando en el del carrer Galileu… no en vano, a pesar que hemos caminado una buena distancia entre ambos, los dos miradores están tan sólo separados por una casa.

4.- Mirador de la Costa Dreta

Deshacemos nuestros pasos y vamos paseando por el carrer Major, con sus típicas casas de piedra vista y cal. Dejaremos dos calles ciegas a nuestra derecha y, al llegar a la tercera, giramos y bajamos hasta que se nos abre de nuevo la vista, estamos en el Mirador de la Costa Dreta.

Mirador de la Costa Dreta

También disponemos de un panel de orientación que nos ayudará a situar los diferentes puentes, molinos del río y otros puntos de interés. Desde aquí, sale una cuesta escalonada que baja hasta el fondo del valle, se llama la Costa Dreta y da el nombre al mirador.

Desde este balcón, tomamos el carrer del Cardenal Cisneros hasta el número 21. Aquí encontramos el antiguo ayuntamiento y, a su lado, tras una puerta y un ventanuco enrejado, la cavernosa prisión. La antigua Casa de la Vila, actualmente, es la seu del patronat del Camp d’Aviació de la Sénia, otra atracción turística del pueblo. Poneros en contacto con ellos para concretar una interesante visita guiada a este aeródromo militar de la Guerra Civil.

Proseguimos por el carrer del Cardenal Cisneros que gira hacia la izquierda (siguiendo de frente no hay salida) llegamos, de nuevo, al carrer Major. En esta esquina, a nuestra izquierda, tenemos el Forn de Raimundo.

Carrer Major y Forn de Raimundo (haciendo esquina)

El tío Raimundo era el hermano de mi abuela Maria (Maria la del Forn). Raimundo Garcia fue el último propietario del horno, de aquí el nombre del edificio. Este fue el horno del pueblo durante generaciones… en 1846 se estableció como el forn de Propis de la Vila, tomándolo ya mi antepasado Miquel Juan Garcia. El horno y el obrador están en proyecto de restauración.

Visto este edificio de interés local, giramos hacia la derecha y bajamos por el carrer Major, encontrando otras casas emblemáticas como: la Casa del Rei Bonet, la Casa Abadia, la Casa Maria el Viu o la seu de Joventuts Unides de la SéniaLlegaremos a la plaça de l’Església: aquí se situaba la otra entrada (portalada) al núcleo medieval y aquí tenemos la acogedora Iglesia de la Sénia, dedicada a los patrones Sant Bertomeu y Sant Roc.

5.- Mirador de la plaça Major

La pequeña plaça de l’Església colinda con la plaça Major, donde tenemos la Font de la Plaça o Font Vella, construida en 1833. Si giramos a nuestra derecha, veremos una preciosa terraza con barandilla de obra, es el Mirador de la plaça Major.

 Mirador de la plaça Major

3.- Lavadero de la Plaça

Pues esta amplia azotea, donde ahora nuestros pies reposan, no es más que el tejado del tercer lavadero que visitaremos... Para acceder a él, bajamos por unas escaleras situadas a su izquierda. Una vez abajo, al lado de un abrevadero y tras una reja, tenemos el Safareig de la Plaça.

 Safareig de la Plaça

Visitado, quizás, el más conocido lavadero de la Sénia, remontamos el carrer Bailén hasta la placeta del Toril. Aquí tomamos la calle de la izquierda (el carrer Sant Joan) que seguiremos hasta llegar a la plaça del Dos de Maig.

En esta plaza, tomamos el carrer de Sant Miquel y, a medio camino, a mano izquierda, veremos la Casa "Vicent del Catxo" de bello estilo Modernista. Este edificio entre medianeras, está situado en una de las zonas de expansión de la Sénia de principios del siglo XX. Continuamos por la calle Sant Miquel hasta donde se bifurca, tomamos el ramal de la derecha, hacia la plaça de Mossèn Escoda.

4.- Lavadero del Calvari

Desde esta plaza seguimos por el carrer de València hasta la segunda calle a la derecha: el carrer del Safareig… donde (como su nombre indica) ya encontramos el cubierto donde se emplaza el último lavadero de nuestro recorrido: el Safareig del Calvari.

 Mi padre mostrándonos el Safareig del Calvari

Este es, sin duda, el lavadero mejor conservado y que ha sufrido menos transformaciones. Está asociado a un abrevadero y fuente exterior que conservan su apariencia y estructura original. El lavadero recoge, mediante un reguero, el agua sobrante de estos dos elementos hidráulicos.

Frente la puerta del lavadero tenemos un ancho paseo, es el passeig del País Valencià, lo tomamos hacia nuestra izquierda y, a pocos metros, llegaremos a la placeta de les Forques. Desde esta plaza (convertida en rotonda) veremos que baja una calle peatonal, donde volvemos a ver el Ajuntament de la Sénia. Tras el edificio consistorial se extiende una gran zona arbolada a la que podemos bajar por unas escaleras que descienden desde la misma placeta de les Forques.

Si travesamos este plácido parque, conocido como la Pista, saldremos de nuevo al carrer de Barcelona y ya podríamos dar por terminada esta ruta circular, pero todavía no lo hagamos… permitidme descansar un poco de este paseo con ustedes...

Aquí, resguardados por los eternos plátanos de sombra y acompañados por la recreación de una sénia (máquina para elevar el agua que da nombre al municipio) me gustaría contaros lo que sucedió una noche  de Agosto de 1993: Fue aquí, donde mi padre, investido Pregoner de Festes, subió al escenario (el estrado de obra que podéis ver a una esquina de la Pista) y habló a todo un pueblo expectante con orgullo y admiración... Fue aquí donde, con el mismo orgullo y admiración, todo un pueblo lo escuchó con intangible emoción y silencio. Y ese día... yo estuve aquí.

Quisiera terminar este escrito de la misma forma que ha comenzado. Ahora lo haré con la última estrofa del primer poema de Instantànies d’un Sentiment… ahora lo haré con la “instantánea” de esa noche de verano del 93... cuando en la Pista, mi padre, nos brindó a todos su momento para la eternidad.

 “El cor de la emoció impregnat
veient mon pare pregoner.
A la Pista... declamant... alt!
Amb orgull, al poble natal,
amb l’orgull de senienc absent.