jueves, 1 de diciembre de 2011

La hibridación de Orbea Nebulosa

Hace años que, como hobby, me entretengo a trastear con bicis antiguas. Quisiera dejar claro que no soy restaurador de bicicletas (¡ni mucho menos!) para serlo se deben dejar las máquinas prácticamente igual de cómo salieron de la fábrica años atrás, sin chapuzas de ningún tipo. Si queréis restaurar fidedignamente una bici, os recomiendo visitéis el blog Reciclone, de Jordi Bartoll, un ilustrador de Sant Cugat del Vallès (Barcelona) y apasionado de las bicis antiguas.

A mí lo que me gusta, cuando me llega una bici vieja es: desmontarla, reparar o substituir sus componentes, adecentarla, montarla con gusto y dejarla funcional. Para ello, tengo en cuenta 3 factores: quien será la persona que la va ha utilizar (y sus gustos estéticos), el uso que le va a dar y por que tipo de vía la usará preferentemente. Esta afición me ha obligado a aprender la mecánica de estos vehículos, algunas técnicas de restauración para reutilizar sus componentes más gastados y saber buscar en tiendas el material antiguo y descatalogado que a veces se necesita.

Mi amigo, el artista Jordi Pascual Morant, hace un tiempo me ofreció su vieja bicicleta: ciclo que ya no utilizaba (al haberse pasado al cómodo Bicing de Barcelona) y le ocupaba espacio en su casa. Se trata de una bici de la marca española Orbea, yo calculo que fabricada a finales de los setenta. Al haberse repintado posteriormente y extraído/cambiado algunas de sus piezas desconozco el nombre del modelo original. En honor a su anterior propietario y a su espectacular serie artística Nebuloses, he rebautizado esta bicicleta como Orbea Nebulosa.
     
Bicicleta Orbea tal como me la entregó Jordi Pascual Morant

A primera vista parece una bici de carreras, ¿no?, pero si se mira atentamente el cuadro observaremos unos salientes que nos delatan que era una bici de paseo: se tratan de enganches para un cubrecadena, para el par de guardabarros, para una dinamo, para un portapaquetes e, incluso, para una mancha.

Tras el primer diagnóstico, observé que la bici estaba, en general, en buenas condiciones, a pesar de llevar varios años sin tocarse. No le faltaba (o estaba rota) ninguna pieza, las cubiertas estaban en buen estado, las cámaras no estaban pinchadas… Eso sí, la pintura estaba deteriorada y se tendría que pintar de nuevo y algunos cromados presentaban óxido. También, lógicamente, le faltaba engrase a todos los componentes y ajustar muchas de sus piezas.

Pues bien, como el nuevo propietario iba a ser yo y mi intención era usarla por calles y caminos llanos (adoptando una posición más cómoda de conducción que la que ofrece el manillar de carreras), reflexioné lo que podía conservar de la bici y lo que debería cambiar. La mayoría de piezas se podrían aprovechar, pero se deberían adecentar o limpiar. Sólo se tendría que cambiar: el manillar, por uno de paseo (en consecuencia a esta permuta, se tendrían que substituir también los puños y las manetas de freno) y el sillín (ya que el nuevo que instalaría tiene ganchos para un futuro maletín de herramientas). Una vez terminado todo el proceso de “pseudorestauración”, se le añadirán complementos que la acabarán convirtiendo en una cómoda bicicleta híbrida. 

El proceso de hibridación: de ciclo a nebulosa.

Lo primero que hice fue desmontar toda la bici a piezas. Para este proceso se debe ser muy cuidadoso (para no romper nada) y, sobretodo, muy ordenado: inventariando, si es necesario, todas las piezas que vamos desarmando.
     
Bicicleta completamente desmontada

El siguiente paso fue cortar todos los salientes innecesarios del cuadro. Sólo dejé el que iba dispuesto para la dinamo. Una vez cortados estos apéndices, las “rebabas” del cuadro fueron limadas a conciencia con una lima para hierro.
    
Cortando el gancho de la antigua mancha de aire

Luego tocó la tarea del lijado de la pintura del cuadro, para eso usé un papel de lija de 150. Como me dijo un día mi suegro (pintor de la empresa Aplindec) para lijar bien una superficie y notar sus irregularidades, hemos de mirar el trabajo con la yema de los dedos y no con los ojos.
    
Cuadro completamente lijado con papel de lija de 150

Con el cuadro lijado, observé que la pintura original era azul. Entonces decidí pintar la bici de azul marino (dudaba entre este color y granate). Para pintar utilicé esmalte sintético brillante. Lo ideal hubiera sido aplicarlo con pistola, pero si se pinta con un pincel de cerdas finas, haciendo pasadas rectas y regulares el resultado creo que es muy digno.
   
 Aplicando la primera capa de pintura al cuadro

Una vez realizadas las 2 capas de pintura, guardé el cuadro y ataqué las piezas. Lo primero fue limpiarlas bien de grasa y suciedad. Para sacar la grasa utilicé un poco de gasolina aplicada con un pincel. Para la suciedad (o para repasar las piezas limpiadas previamente con gasolina) utilicé lavavajillas concentrado y mucha agua.
    
 Gasolina utilizada para limpiar, en este caso, la grasa de los piñones y eje de la rueda

Con las piezas bien limpias, tocaba sacarles el óxido. Para hacerlo utilicé el método infalible de sumergir la pieza a tratar en una disolución acuosa al 50% de salfumán (con un poco de detergente concentrado). Si queréis más información para  realizarlo con seguridad, seguir las recomendaciones de la Web Lamaneta.
   
 Sacando el óxido y repasando con agua las piezas tratadas

Con el cuadro pintado y las piezas limpias y desoxidadas, ya se podía empezar a montar la bicicleta. Lo hice de forma ordenada, colocando bien las piezas, eso sí, sin dejarlas todavía definitivamente fijadas.
    
 Montaje de las piezas limpias y sin óxido en el cuadro de la bici

Terminado el montaje, era momento de apretar los tornillos y tuercas, tensar los cables, en fin: ajustar bien todas las piezas. Se puso especial atención con los frenos, el cambio, la dirección, el pedalier, los ejes y los radios de las ruedas, etc. Por último, se tuvieron que engrasar todas las partes móviles de la bicicleta.
    
 Lubricación de los eslabones de la cadena

Y, finalmente, ¡ya pude contemplar acabada la Orbea Nebulosa! En apariencia, una bicicleta híbrida más, pero todo un señor ciclo con historia y solera, en realidad…
    
 Orbea Nebulosa, noviembre 2011

¡Y bien!, ahora ya sólo le falta poner los accesorios… complementos como la dinamo y las luces, el caballete, una cesta, el maletín porta herramientas para el sillín, una mancha que se ajusta al cuadro, un timbre, quizás un retrovisor… Y ya estará lista para volver a rodar por las transitadas calles o por los tortuosos caminos de este mundo.

¡Deseo que os haya gustado! ¡Espero vuestros comentarios!