martes, 4 de diciembre de 2012

Reciclaje: ¿Negocio o necesidad?

Si le preguntásemos a cualquier persona de nuestro alrededor lo que opina sobre el reciclaje, la mayoría nos responderá, de forma muy apropiada, frases como: “es un acto necesario para el medio ambiente”… “es una cuestión de responsabilidad social” o “¿qué futuro le daremos a nuestros hijos sino?”.

El reciclaje es un tema muy sensible y con una gran repercusión global, esta conciencia colectiva es aprovechada por algunos empresarios, personas públicas y políticos, que se lucran, sin escrúpulos, mientras nos hacen creer que son los salvadores de la integridad medioambiental de planeta.

Pues bien, en esta ocasión hablaré sobre reciclaje: de lo bueno y de lo que nos hacen creer que es bueno...

Por definición, el reciclaje, es someter un material usado a un proceso de recuperación para que se pueda volver a utilizar, de nuevo, en posterioridad.

Símbolo internacional del reciclaje

Leyendo esto, reciclar parece una necesidad totalmente incuestionable… entonces, ¿por qué yo pongo en duda este proceder? El problema no son los beneficios que nos ofrece el reciclaje: en esto estaremos todos de acuerdo… la cuestión es porqué se ha llegado al extremo de tener que hacerlo…

Un negocio basura

En los denominados países del “Primer Mundo”, nos sobra tanto de todo que hasta nos desbordan nuestros propios residuos. Países “desarrollados” convertidos en verdaderas maquinas de creación/acumulación masiva de desechos… en monstruos enfermos de su propia mugre… en nuevos ricos con el Síndrome de Diógenes.

Como sabéis soy geólogo (especialista en geotécnia, hidrogeología y geología ambiental). En las obras del Forum de les Cultures de Barcelona, tuve la oportunidad de ser el asesor geológico y encargado de obra de uno de los saneamientos de tierras más importantes que se han hecho en la ciudad de Barcelona. El trabajo se realizó en un antiguo vertedero industrial clausurado (ubicado donde actualmente encontramos el Port Esportiu de Sant Adrià del Besòs). Mis cometidos eran hacer prospecciones sobre el terreno, diseñar mapas de volúmenes y distribuir la maquinaria para poder extraer, tratar y trasladar los residuos encontrados a vertederos autorizados.

En los terrenos del Forum de les Cultures (junio 2001), ejecutando una campaña de calicatas
  
En ese vertedero no controlado se encontraron las tres clases de residuo existente (del tipo I, II y III). Recordemos que, de menor a mayor: más peligroso es para el medio ambiente; de menor a mayor: más complejo es el tratamiento y más caras las tasas que cobrarán los vertederos oficiales por aceptar su ingreso.

Mi función principal en esa obra, como anteriormente se ha dicho, era definir la disposición (y la cantidad) de los diferentes tipos de residuos en el subsuelo, descartando las zonas no contaminadas. Como os podéis imaginar, la distribución de estos residuos en profundidad, era antrópicamente caótica y no seguía ninguna sedimentación natural ni regular. Mi objetivo principal era detectar los “filones” más contaminados, para que la empresa donde trabajaba (una ingeniería ambiental), pudiera cobrar mayores beneficios con su extracción…

Una tarde, mientras controlaba como una giratoria cargaba ceniza de incineradora (clase II) a un “dumper”, se me acercó el dueño de la flota de la maquinaria y de los camiones (un millonario que se había enriquecido por ser el amo de un vertedero) y hablamos un rato sobre la obra. En un momento dado, le dije que no entendía como un camión cargado de “basura” podía generar algún tipo de beneficio. Se rió de mi inocencia y, literalmente, me respondió: “Mira Humbert, ¡la mierda es el negoció más rentable que existe!”.

Los falsos profetas del ecologismo

La obra terminó según lo previsto: quedando el terreno bien limpio y los bolsillos de políticos y empresarios bien llenos… El Forum 2004 se celebró sin pena ni gloria y yo acabé dedicándome a la geotécnia…

Esa experiencia me hizo ver que el “ecologismo institucional” era una completa farsa… un negocio puro y duro... un montaje bien orquestado para conseguir una conciencia ambiental global a su servicio... una esperpéntica función donde nosotros somos los títeres “palmeros” de un maestro de marionetas, sinvergüenza...

Aborrecía ver la demagogia en que grandes empresas nos decían que velaban por el medio ambiente, mientras lo único que les interesaba, realmente, era enriquecerse a cuesta nuestra (ver, a modo de ejemplo, el escrito de La Bolsa de Plástico: ¿El gran peligro Público?, en este mismo blog). Aborrecía ver a supuestos entendidos del tema y a "politicuchos" (algunos, incluso llamados de izquierdas y verdes) hablándonos de ecologismo, con una manifiesta ignorancia, buscando (tan solo) como conseguir/mantener el poder o ganarse el aplauso fácil.

"Involución", de Dan Pikaro
  
El progreso trae consigo su propia cochambre

Mi padre siempre me ha contado que, cuando él era pequeño, casi no se generaban residuos: No había prácticamente ni plásticos ni derivados (evidentemente no se plastificaba todo alimento como ahora). La mayor parte del vidrio era reutilizado: los envases se devolvían a la tienda, se limpiaban y se rellenaban de nuevo. El poco papel que sobraba (diarios, envoltorios de comida) eran utilizados para la limpieza de las casas, para encender el fuego… Los restos de comida eran aprovechados por los animales de compañía…

¿Qué ha pasado en pocos años?, ¿quizás deberíamos volver a las cavernas? ¡No! (nos dirán “los  poderosos”) seguid viviendo así, os merecéis todos estos lujos... pero, sobretodo: ¡reciclad! ¿Reciclar el qué?: ¿unas basuras que os habéis inventado vosotros mismos?… ¿una bazofia impuesta a una demente sociedad de consumo, vestida con "piel" de progreso?

Vertedero incontrolado en el paraíso. Isla de Taboga (Panamá)
  
Reciclar o no reciclar… ¡esa es la cuestión!

Puestos en antecedentes, como os podéis imaginar con todo lo leído, mi opinión sobre el reciclaje “era” muy poco favorable. Para mí, reciclar, era tan sólo: un “invento” rentable de los países ricos… una balsámica escusa para seguir fabricando (y consumiendo) sin control unos materiales que tan sólo visten o, mejor dicho: ¡emperifollan!, al producto que realmente necesitamos.

Esta realista (pero poco constructiva) forma de pensar me cambió de golpe… Sucedió después de una charla con la persona que menos me hubiera imaginado con quien hablaría de tratamiento de residuos: mi amigo Santi Diaz.

Santi es ayudante de sondista, fuimos compañeros de trabajo. Él, junto al primer sondista, hacía las prospecciones del terreno para mis estudios geotécnicos. Es un currante nato, alegre, afable y con un gran corazón.

Pues bien, una mañana de sábado, mientras almorzábamos en su casa una buena rustida, fui a tirar las latas de bebida a una bolsa donde él había echado los huesos de la carne. Me paró y me dijo: “No tires las latas con el orgánico, la bolsa de los plásticos está dentro del cuarto de herramientas”.

Me quedé altamente sorprendido ante tal petición... Incrédulo, le pregunté si se estaba quedando conmigo… No sólo me lo confirmó sino que, encima, me regañó porqué yo no lo hacía. Me quedé en silencio (¡bien pasmado!), mientras él me iba dando su punto de vista, con simples y certeras razones.

Santi separando los residuos en los contenedores de reciclaje correspondientes

Santi me mostró la parte más humana del reciclaje… la parte más del día a día. Me hizo entender que, a pesar de que algunos abellacados se estén aprovechando de nuestra buena fe, nosotros no podemos ser partícipes de ellos con nuestro inmovilismo… ¡El progreso no debe parar!, pero sí podemos minimizar sus miserias…

Una de las reflexiones que me hizo, que os cuento a modo de ejemplo, fue sobre la cuota de las basuras que nos cobran anualmente, me dijo: “¿Realmente preferirías no pagar nada y quedarte con toda la basura que has generado?, ¿qué harías con toda ella?, piensa lo que acumulas en un día y multiplícalo por 365… Si lo analizas, te cobran muy poco por recogerte y hacer desaparecer los residuos que tu mismo has generado”.

Así pues, teniendo en cuenta que vivimos en un mundo imperfecto, teniendo en cuenta que algunos perdularios seguirán poniéndose la palabra “ecología” en la boca sólo para ganarse a sus cándidos seguidores, teniendo en cuenta que el precio del progreso haya sido llevarnos a esta situación… Nosotros no podemos ser cómplices de toda esta historia: ¡tenemos que actuar!

Las basuras existirán nos gusten o no y reciclarlas, ahora por ahora, es la solución menos mala. Separar los residuos nos costará el mismo tiempo (y esfuerzo) que tirarlos mezclados en un contenedor indiferenciado y, algo habremos ya ganado. Por eso debemos aprender a separarlo todo y saber hacerlo bien (encontrareis buenas Web donde lo explican, también podéis contar conmigo para lo que necesitéis).

Humor gráfico, Kappel
  
En conclusión: ¿Reciclar? ¡SÍ!, pero recordando que vivimos generando demasiadas basuras y que, por tanto, es mejor consumir sólo lo que realmente necesitamos. ¿Reciclar? ¡SÍ!,  pero usando más nuestra materia gris y sentido común... y no hacerlo como unos simples peones de un sistema consumista en jaque...

Aquí os dejo mi testimonio... y, aprovechando las fechas que estamos, me gustaría desearos una feliz y "reciclada" Navidad.

¡Espero vuestros comentarios! ¡Muchas gracias!