viernes, 11 de diciembre de 2015

Tocando el sol... desde "bajo"


Dedicado a la Colla Castellera Jove de Barcelona y als Castellers de Tortosa


Tortosa, domingo 29 de diciembre de 2013. Me senté en el sillón de mi comedor en un profundo estado de shock.

Mi mente agotada quedó en blanco... superada por la agonía, la turbación y el llanto de aquellos últimos cinco días. Mi cuerpo quedó inerte y apático sobre el canapé...

¡Allí estaba solo!, abandonado en aquel hogar que, tan sólo unos instantes había dejado de serlo... ¡Silencio sepulcral!, mientras en la calle... era Navidad.


Ajeno a la tragedia, un agradable sol vespertino entraba por los ventanales iluminando el salón. El cálido roce de sus rayos embalsamó por unos instantes mi inconsolable pena. Quedé inmóvil... como temiendo que un solo movimiento pudiera romper la paz de ese estado de letargo en que me había quedado sumido.

El sol se fue sofocando, como hoguera que ya nadie aviva... Las tinieblas ahogaron la agonizante luz del comedor, como si una losa cubriera despaciosamente mi tumba: ¡la de mi exánime corazón!

Finalmente se apagó todo resplandor. La casa perdió el poco calor que aún conservaba. Un frío infernal fue calando mis ropas hasta los huesos... tenía que moverme, levantarme... tenía que comenzar a caminar... ¡se había acabado la función!

En la más profunda oscuridad deambulé los días venideros. Con urgencia tuve que exiliarme a mi Barcelona natal. Con esa infinita tristeza aplastándome... con esa incontinencia en el llanto... con la misma angustia y miedo que siente un niño cuando se extravía de sus padres entre la multitud.

Quedé con el rumbo de mi vida absolutamente perdido, naufrago en ese mar de lobreguez y depresión que apareció sin aviso ni clemencia. Inmerso en aquella terrible galerna que comenzó, ¡de repente y a traición!, la mismísima noche de Navidad... Quedé cruelmente desamparado, sin tener (si quiera) una sola oportunidad para dejarme reflotar y llevar a buen puerto aquel navío que tanto amaba:  ¡más que mi propia vida!

Algunos que decían ser mis amigos, ¡como ratas!, abandonaron rápidamente el barco cuando empezó a entrarle el agua por la popa. Pero los verdaderos allí se quedaron: achicando sin tregua ni condiciones mi desconsuelo. Una de estas personas es Mònica Múrcia.


La Jove de Barcelona y yo

Mònica era una vieja amiga del instituto que hacía más de 20 años que no veía. Nos habíamos reencontrado hacia unos tres años en el Facebook y teníamos un café pendiente para ponernos al día.

Empujado por los infaustos acontecimientos, le envié un correo desesperado contándole todo lo sucedido, sabedor que ella también hacía poco que había pasado por una experiencia similar. Reaccionó rápidamente para aplacar mi dolor e intentar sacarme, ¡arrastras!, de esas indisipables tinieblas que me estaban asfixiando. Me dijo:

-¡El viernes quedamos y me acompañas a hacer Castells!

¡¡¿¿Castells??!! Eso sí que no me lo esperaba de ella. Yo, a Mònica, la recordaba de cuando éramos unos jóvenes alocados, correteando por el barrio barcelonés del Clot, escuchando a "Los Suaves", "Siniestro", "Loquillo"...

¿Castells?, ¡¡¿¿en serio??!! Si en mi vida me había interesado ese tipo de "folklore"... ¡pero si yo siempre había considerado "eso" una actividad desusada practicada por unos "frikis" con faja. 

En fin... si quería verla tenía que acompañarla a ese ensayo. Eso sí, en secreto me dije que sólo iría aquella vez y, para otra ocasión, ya decidiría yo un lugar más "convencional" para quedar.

Barcelona, viernes 31 de enero de 2014. Poco antes de las siete de la tarde, me reencuentro con Mònica en la plaça Orfila del barrio de Sant Andreu. Nos fundimos en un largo abrazo sin ni siquiera saludarnos.

Junto a Mònica en el local de la Colla Castellera Jove de Barcelona. Febrero de 2014

Me llevó al local de la Jove de Barcelona, ubicado en la antigua fábrica textil "Fabra i Coats". Aquel día era también, para ellos, el primer ensayo de la temporada 2014. La primera sensación que tuve al entrar no me gustó: era un local frío y grande, de alta techumbre que daba sensación de poca luz, parecía todo muy gris y viejo...

Mónica me presentó a Roger, un veterano casteller encargado de la acogida de nuevos miembros, y desapareció dejándome sólo con él. Roger me preguntó:

-¿Has hecho alguna vez Castells?

-No -le respondí- y, la verdad, no tengo ni idea de que va todo esto... -Mientras le decía estas palabras, con gran pavor, observé cómo agarrados de las viejas columnas de la fábrica, los chicos y chicas allí reunidos se subían unos a otros. Interrumpí bruscamente el afable discurso de Roger y le dije:

-¡¡Ah no!!, yo tengo mucho vértigo, ¡no quiero subir! -Se rió y me respondió:

-Tranquilo que hoy no subirás.

-Bueno pues... -contesté- si te parece hoy sólo miro como lo hacéis y el próximo día ya empiezo... -Volvió a reír. Me miró en detalle, preguntó mi edad, peso, me hizo levantar los brazos y concluyó:

-¡Harás de "lateral"!

-Pero no voy a subir, ¿eh? -insistí... y volvió a reírse una vez más.

Me llevó hacia un grupo de chicos y les anunció:

-Os presento a Humbert, hará de lateral. -y se marchó.

Mirando de reojo la puerta del local (para salir pitando en cualquier momento) se me acercó un chico vestido de negro y cabello recogido por una cola. Me dijo:

-Hola Humbert, me llamo Senyor Sànches, ¿has hecho alguna vez de lateral?

-No tengo ni idea. -le dije, muy receloso.

Hasta ese día, yo pensaba que la piña de un castell era un tumulto de personas amontonadas de forma caótica (casi como una melé en el rugby). El Senyor Sànches me explicó muy bien la distribución ordenada dentro de una piña, como se ubicaban los diferentes integrantes (y su nomenclatura). Luego se centró en la posición del lateral, me enseño como debía colocarme y protegerme. Me pusieron una faja azul de "novato" y empezamos a practicar haciendo pilares volados.

Ya más tranquilo regresó Mònica. Me presentó a Xescu Jorba (el cap de colla), que me dirigió unas cálidas y breves palabras de bienvenida. Luego continuó presentándome a toda persona que se moviera por el local. Me encantó el afecto que me iban saludando la mayoría de castellers... ¡que "borrachera" de nombres!, sería imposible memorizarlos a todos, pensé...

Empezamos hacer pruebas "limpias" de castells, nos distribuimos en nuestras posiciones: yo de lateral, con mis manos en alto lo más cerca del muslo del casteller que había subido en frente mío, pero sin llegar tocarlo. La verdad es que aquellas pruebas eran algo lentas y aburridas, pero me sentía tan acogido que, por primera vez desde hacía muchos días, no pensé en mi aflicción.

Participando en las pruebas limpias de la Jove de Barcelona. Febrero de 2014

Pero ocurrió algo que cambió mi forma de pensar de golpe... una experiencia que me proporcionó unas sensaciones que hicieron que quisiera ser uno de ellos a partir de entonces. Sucedió cuando comenzaron las pruebas de piña y me dijeron que me pusiera de segundo lateral, tras de Jojo.

Con Jojo ya habíamos estado hablando amigablemente entre prueba y prueba. Me dijo entonces:

-Yo ahora haré de lateral, fíjate como me coloco, especialmente con la posición de mis manos. Cuando digan: "segons laterals!", apóyate sobre mi espalda, coge firmemente mis muñecas (pero sin hacer mucha fuerza, si no te lo pido) y reposa tu mejilla sobre mi cuello.

Se fue montando la piña... Recuerdo que el baix que nos tocó frente nosotros fue Pep Llopart. Vi como lo iban rodeando: el contrafort, les crosses, la agulla... pensé: "¡cómo me gustaría estar en esa posición algún día!: apretujado, soportando todo el peso, en el centro del meollo...", cómo me gustaría ser, algún día, como el bueno de Pep.

Poco a poco se fue cerrando la piña... gritaron mi posición y me puse tras Jojo, tal como me había explicado: "abrazado" al fuerte y amable compañero me sentí amparado y protegido. Luego... "alguien" colocó su pecho sobre mi espalda, cogió firmemente mis muñecas y apoyó su rostro sobre mi cuello... noté su respiración... noté calor y presión por todo mi cuerpo... noté que el castell estaba vivo y que éramos todos uno... ¡fue una sensación indescriptible!

Se descargó con éxito la prueba y todos se pusieron a aplaudir. Yo... todavía muy emocionado, me uní a la ovación y tuve claro, al fin: ¡que quería ser Casteller! A partir de entonces no fallé a ningún entreno con la Jove de Barcelona.

En el siguiente ensayo, recordando a Pep, les pedí a los técnicos que quería que me "cargasen". Me llevaron a una columna para hacer espalderas. Pensé: "¡Ai Humbert! en que fregados te pones...", pero reflexioné sensatamente, diciéndome: "Mira, por mucho peso que vayan a ponerte a tus espaldas, nunca será tanto como la carga que tienes que soportar en estos momentos...".

Finalmente me subió un chico y, encima de él, una niña... noté el peso de los dos y el zarandeo al subir y bajarme, mientras yo me agarraba, muy solemnemente, a la vieja columna con mi espalda recta y los codos elevados... ¡Me gustó aquello!

Domingo 9 de febrero de 2014. Después de tres entrenos ya teníamos nuestra primera diada de la temporada. Era en honor a Santa Eulàlia (copatrona barcelonesa) en el inigualable marco de la plaça Sant Jaume de Barcelona. Yo, todavía sin la camisa de la colla (te las tienes que ganar participando activamente en un número determinado de ensayos y actuaciones) viví mi primera diada castellera actuando como segundo lateral en todos los castells e, incluso, debutando en uno como primero. ¡Fue impresionante!

Mi primera diada, todavía sin la camisa de la colla. Febrero de 2014

Después de la Diada de Santa Eulàlia, no había más actuaciones hasta mediados de marzo. Yo seguí acudiendo con ilusión y ganas a todos los entrenos, ¡sin fallar a ninguno!, todos los martes y viernes. Se acercaba la siguiente actuación y, el viernes antes, había "ensayo general".

Viernes 14 de marzo de 2014. Cuando se terminó el entreno, se íban a repartir las primeras camisas de la temporada. Pensé: "A mí todavía no me toca: sólo llevo un mes y medio y tan solo una diada". Pero cuál fue mi soberbia sorpresa cuando dijeron en alto mi nombre y todas las miradas se abalanzaron sobre mí, mientras me ensordecía un sonoro aplauso y me cantaban la tonadilla del "Escut" que entona la Jove a los nuevos miembros. Apabullado me acerqué a la tarima y se me hizo entrega del escudo de la colla y de la bonita camisa de color granate (con las letras "Jove de Barcelona" bordadas en la espalda).

Probándome la bonita camisa de la Jove de Barcelona en casa de mis padres. Marzo 2014

Separados ya del burullo, Montse y su hijo mayor Xavi Angerri me hicieron, más o menos, el siguiente discurso:

-Humbert, la Colla Castellera Jove de Barcelona te hace entrega de su camisa por tu esfuerzo en los entrenos y actuaciones que has participado. El escudo que lucirás frente a tu corazón nos representa a todos. Pero recuerda, ¡siempre!, que este escudo no te pertenece... en caso de hacer un comportamiento inadecuado llevándolo puesto, como: estar bajo los efectos del alcohol o drogas; verte involucrado en alguna pelea; comportamientos xenófogos, homófogos, sexistas o que atenten contra la convivencia pacífica de la sociedad, te será automáticamente retirado y serás expulsado de la colla. 

¡Totalmente de acuerdo!, ser casteller no es sólo hacer castells... ser casteller es una forma de actuar en la vida. Así que: ¡tolerancia cero para los que no acepten estas indiscutibles normas de convivencia!

Domingo 16 de marzo de 2014. ¡Llegó el día de mi bautizo! La diada era en la ciudad de Badalona, frente el paseo Marítimo. Fue una jornada especial, ¡todo salió bien! Recuerdo la ilusión de vestirme, por primera vez, con mis pantalones blancos, la camisa grana recién planchada con el escudo ya cosido en su parte izquierda y mi faja negra de 5 metros.

Mis pantalones blancos, mi faja y mi nueva camisa con el escudo cosido. ¡Todo preparado para mi bautizo!

Después de la gran diada comimos toda la Colla junta sobre la arena de la playa de Badalona. Yo cerré un instante los ojos, bañando mi cara bajo el tibio sol... parecía como si el astro rey quisiera iluminar (tenuemente) aquellas tinieblas que me dejó encerrado tan sólo dos meses y medio atrás. Quedé como en trance... mientras oía el ruido acompasado de las olas mezclándose con los gritos de los niños jugando... creo que llegué a esbozar una tímida sonrisa de felicidad.

Fue transcurriendo el año, disfrutando de todos los entrenos, actividades y diadas que participábamos... actuando siempre de primer o segundo lateral en todos los castells que descargamos.

Miércoles 24 de septiembre de 2014. Sin duda, el momento cumbre de la temporada 2014, ocurrió en la Diada de la Mercè (la otra patrona de Barcelona) donde pudimos descargar, en la plaza Sant Jaume, ¡nuestro primer 7 de 7!

Primer 7 de 7 descargado por la Jove de Barcelona, 24 de septiembre de 2014. Foto de Claudi Domper

El 2015 lo comencé junto a la Jove de Barcelona. Repetimos actuaciones que tanto me marcaron el año anterior (como la diada de Santa Eulàlia o la de Badalona). Continué en mi posición habitual de lateral, ayudando a mi colla en todos los eventos que me era posible asistir.

Colocado como primer lateral, frente a Xavi Angerri (con gafas), Diada del Triacord. Marzo de 2015

Pero yo quería volver a mi casa: ¡a Tortosa! Quería volver a ese hogar que dejó de serlo aquel día que se quedó a oscuras, ese fatídico 29 de diciembre de 2013.


Els Castellers de Tortosa y yo

Fue en marzo de 2015 cuando conocí, por primera vez, la existéncia dels Castellers de Tortosa. Se acababan de constituir como Colla Castellera y empezaban hacer sus primeros ensayos. Los vi en una foto de Instagram, haciendo una prueba de 3 limpia en la plaza de Barcelona, frente el Mercado de Tortosa. ¡Debía informarme!

Primera imagen que vi dels Castellers de Torosa. Marzo de 2015. Foto de Ferrán Bel

Sábado 2 de mayo de 2015. Visitando la ExpoEbre de Tortosa, en el Pavelló Firal de Remolins, vi la parada de la colla tortosina y se me iluminaron los ojos. Me acuerdo que fui muy bien atendido por Cristina, la presidenta. Yo le dije que era casteller y que me gustaría conocerlos. Me invitó a que asistiera el día siguiente, por la tarde, ya que harían un ensayo fuera mismo del pabellón.

Llegó el domingo y me dirigí a la "cita"... al llegar, todavía se estaban enfajando y algunos transeúntes curiosos miraban. Nadie pareció percatarse de mi presencia en esos primeros instantes... busqué a Cristina, ¡allí estaba!

-Hola Cristina, ¡al final he venido! -le dije- No he podido traer mi faja, la tengo en Barcelona, ¿me podéis dejar alguna?

Me dejó una de color granate y ella misma me enfajó. Luego le pedí que me presentará al cap de colla... ¡Vaya!, estaba en la otra punta... mientras me llevaba hacia allí me noté algo observado.

Me presentó a Cristian Dasi. "¡Qué cap de colla más joven!", pensé. Recuerdo las palabras que le dije:

-Hola Cristian, me llamo Humbert. -nos estrechamos las manos y proseguí con humildad- Soy casteller de la Colla Jove de Barcelona, generalmente hago de lateral. Mi intención es venir a Tortosa y me gustaría probar con vosotros, ayudándoos en todo lo posible. -Cristian sonrió, no habló mucho, me presentó a los técnicos y volvió a su cometido.

Al igual que me pasó con la Jove de Barcelona, también me sentí muy bien acogido desde el primer momento. Había un ambiente distendido y de compañerismo que me encantó.

Mi primer ensayo con els Castellers de Tortosa, durante la ExpoEbre. 3 de mayo de 2015

Empezó el ensayo... sin que tuvieran que decirme nada, me puse a "voltar" las pruebas limpias que iban haciendo.

¡De repente!, me anunciaron que me pusiera yo debajo de una de ellas. ¡Era un tres limpio!, como el que vi en la foto de Instagram. Pensé: "Madre mía... ¡pero si yo nunca he hecho esto!".

Sin que se notará mucho mi inexperiencia, me así a los brazos de mis compañeros, manteniendo mi espalda recta y la cabeza bien alta. Sólo subieron un piso y se quedaron un rato encima nuestro. Cuando bajaron, noté como el pié izquierdo del que me había subido recorría mi columna hasta mi faja. Aplaudieron todos y yo me uní a la ovación, con una evidente sonrisa.

A partir de aquél día, ya más instalado en Tortosa que en Barcelona, mis ensayos empezaron a ser más seguidos con la colla del Baix Ebre.

Els Castellers de Tortosa son una colla nueva (ni siquiera se ha bautizado) y tiene todavía poca gente. Por eso, allí todos hemos de saber hacer un poco de todo: tocando todas las posiciones que nuestro físico nos permita estar y, a mí, esta polivalencia: ¡me encanta!

Los siguientes ensayos, después de la ExpoEbre, ya los hicimos en su local habitual: ubicado dentro del Pavelló Firal de Remolins (encima del escenario). Desde el primer día me involucré mucho en el trabajo y la técnica me iba poniendo de bajo de muchas de las pruebas limpias.

Haciendo una prueba limpia de 4, en la EMD de Jesús

Llevaba pocos ensayos cuando, al final del entreno, anunciaron que haríamos una prueba de pilar con piña. Cuando Isaac terminó el recuento de las posiciones, yo todavía no tenía ubicación asignada... le pregunté algo mustio:

-Isaac... ¿donde quieres que me ponga?

-¡Ai sí! perdona Humbert... -me respondió- ¡tú vas a subir! Descálzate y sácate los calcetines.

Me quedé como helado unos segundos... ¡reaccione!, sacándome los calcetines antes que los zapatos, y me acerqué veloz a la piña... mezcla de una indescriptible alegría, gratitud y... para que engañaros, ¡un "acojone" impresionante!

Viendo mi cara de pez al intentar abordar al segones mans, Luïssa se ofreció a hacerme la "escaleta". Subí y caminé por encima la piña... ¡allí estaba el baix esperando!

-Àlex, ¡izquierda! -le dije.

Puse mis pies sobre sus hombros, que sensación más rara... "¿aguantará mi peso?, ¡pobre Àlex!", pensé. Me apoyé a los dos" fajos" de manos que la piña extendía hacia mí y recoloqué mis pies.

Cuando estuvimos cómodos, dije que ya me podían sujetar. Me soltaron y noté como ocho pares de manos apretaban firmemente mis muslos, ingles y trasero.

Judit subió a piña y se acercó a mis espaldas. Hice los pasos que había practicado en el suelo para que subiera y... ¡ya la tenía arriba! Quedé mirando al frente, con expresión seria y con mis manos agarradas a sus pantorrillas... ¡cómo disfruté de ese instante! Lo recordaré mientras viva...

Mi primera vez sobre una pinya, haciendo un pilar 3. Foto de Isaac Ferrer
Ese día no subió nadie más, pero hemos seguido practicando y ya he empezado a ensayar pilares de 4 con piña. ¡Pronto espero estrenarme a plaza!

También he subido de segundo alguna vez a piña, para practicar la difícil torre.

De segundo, junto a Michel; en una prueba de torre con piña
Pero el momento que recuerdo con más emoción, ocurrió durante el segundo o tercer ensayo después de la ExpoEbre. Estábamos practicando pruebas limpias cuando vi que colgaban en la pared el croquis de una piña con nuestros nombres anotados en las respectivas posiciones. Con disimulo me acerqué y de reojo miré donde me había tocado (no fuese que se hubiesen olvidado de mi...) estupefacto, pero inmensamente lleno de gozo, ¡observé que era uno de los bajos!

¡Tocó al fin la prueba! Los nombres de los bajos fueron los primeros que anunciaron. Luego, se fue colocando toda la gente a nuestro alrededor. Me abrazó por la espalda el contrafort, se puso la agulla frente mío y se acomodaron, bajo mis hombros, les dos crosses. Se cerró la piña y sentí toda la presión a mi alrededor y el peso del segundo al subirse sobre mis hombros... en aquella primera ocasión no subió nadie más. Cómo me acordé de Pep en aquellos momentos... como me acordé de aquel primer día que hice castells, junto a Mònica.
De bajo, junto a Manel, en una de las pruebas de piña realizadas en nuestro local

Al terminar la prueba lo tuve clarísimo: ¡me sentía perfectamente capacitado para hacer de bajo y que me cargaran todo lo que fuera!, ojalá los técnicos también lo considerasen así... Tenía pues que trabajar duro junto a mis compañeros, para poder alcanzar mi gran sueño... nuestro gran sueño... ¡descargar nuestro primer castell!

Empezó el verano. Hicimos muchos talleres, donde pudimos promocionar nuestra colla por el territorio. También hicimos alguna actuación benéfica, donde exhibíamos un pilar de 4. Trabajamos duro todas las posiciones los días de ensayo.

Realizando una prueba del 3d6 en la espaldera: desde piña hasta dosos. Julio 2015

Pasó el Renaixement, las fiestas mayores de la mayoría de pueblos del territorio... y llegaron, ¡por fin!, les Festes de la Cinta: ¡les Festes Majors de Tortosa!

Viernes 4 de septiembre de 2015. El siguiente domingo era ya nuestra diada y teníamos intención de presentarnos con un 3 de 6. Las pruebas realizadas en el ensayo general fueron bien, pero todos quedamos con muchas dudas y miedos: éramos conscientes que no habría ninguna colla más en la plaza para ayudarnos y seríamos pocos para formar una piña con condiciones... ¿Y la canalla?, ¿cómo reaccionaría en el momento de la verdad?, ¿se asustaría? 

Fue durante ese ensayo cuando me confirmaron que yo haría de "bajo" en ese primer castell. Me quedé profundamente feliz, agradecido y honrado. Esperaba, ansiosamente, no defraudarles...

Apareciendo en uno de los carteles promocionales, antes de nuestra primera diada. Foto de Isaac

Domingo 6 de septiembre de 2015. ¡Día grande de les Festes de la Cinta! Día en que nos presentábamos a la ciudad que llevamos su nombre.

Tortosa es una ciudad histórica, con mucho folklore y es un emplazamiento referente para el sur de Catalunya. Pero, curiosamente no tenía, hasta entonces, ninguna colla castellera que la representara y, hasta ese mismo día, no se había celebrado (¡nunca!) ninguna diada.

Y allí estábamos todos nosotros para hacer historia, vestidos con camisa blanca (nuestra camisa definitiva, después del bautizo, también será granate... ¡como la bandera de Tortosa!). Allí estábamos nosotros, con nuestras ilusiones y miedos bien prietos bajo la faja.

Vinieron a ayudarnos algunos castellers de Los Xics Caleros, colla hermana de l'Ametlla de Mar.

Nuestro primer destino fue a la plaça Nostra Senyora de la Cinta, allí hicimos dos pilares de 4: uno en honor a la Virgen, frente a su estatua, y otro al terminar la Misa Solemne. Luego nos fuimos juntos hasta la plaça de l'Ajuntament, donde intentaríamos descargar el primer castell... ¡nuestro primer castell!

Llegamos los primeros a la plaza, ¡no había nadie!, aprovechamos el momento para hacernos una foto de grupo frente el ayuntamiento.

Foto de grupo, posando frente el Ajuntament de Tortosa antes de la diada

Recuerdo a Edgar, sentado en el bordillo de la fuente central, ultimando los últimos retoques del croquis de piña con semblante preocupado... Yo me alejé unos instantes, buscando silencio y concentración, consciente de la importancia del acto que debíamos realizar. ¡No podíamos fallar!

Empezó a llenarse la plaza: las autoridades (con el alcalde, concejales, el obispo...), les pubilles, la Colla Gegantera, Cort de Bèsties i Dolçainers de Tortosa y una multitud de personas que se fue resguardando del calor bajo los soportales de la plaza. Al centro las dos parejas de gigantes más clásica: los reyes árabes y cristianos y, a su lado, mi querida Cucafera... "ellos" también querían estar presentes en nuestra primera diada.

Entramos hasta el centro de la plaza, acompañados de la música de les gralles y els tabals. Empezamos a montar la pinya...

Colocados (y ya cogidos) los tres bajos del castell

Una vez todos colocados, entró Cristian al centro, nos cuadró a los tres bajos y dijo a todos unas palabras alentadoras. Ya estaba todo preparado, empezaron a cerrar la piña: nos cogimos los bajos (Manel a mi derecha y Joel a la izquierda), me abrazó por la espalda mi contrafort (Maria Laura), entraron al centro las tres agulles (quedando Albert Esteve frente mío), se colocaron bajo mis brazos les crosses (Kevin a mi derecha y Marina Mora a mi izquieda), se fueron completando el resto de posiciones... uniéndose a la piña varios integrantes de la Colla Gegantera de Tortosa y algún espontáneo del público. Miré a Manel y a Joel y les grité:

-¡Por nuestros cojones que vamos a aguantar este castillo!, ¡cueste lo cueste!, ¡que no sea por nosotros! -Lo reconozco... en esa ocasión fui algo soez, muy alejado de mi estilo más moderado, pero es que la adrenalina la tenía a tope.

Pregunté a mis crosses si estaban cómodas, hice subir un poco a Marina. Ya empezaba a notar la presión por todo mi cuerpo... un enjambre de brazos se levantó encima de mi cabeza, quedé quieto, concentradísimo... esperando la carga.

-¡Humbert, derecha! -dijo Victor. Ladeé mi cabeza hacia la izquierda para que pusiera su pié sobre mi hombro derecho y luego colocó el otro sobre mi izquierdo. Se acomodaron bien los tres segundos encima nuestro y... empezó a sonar el Toc de Castells.

Yo... en el centro de la piña, quedé como encerrado dentro de un búnker: oía lejos y amortiguados els tabals y les gralles, los gritos del cap de colla... Me cogí fuerte de las mangas de mis compañeros y cerré los ojos. Me quedé a "oscuras", como aquella vez en mi ciudad... notando como iba aumentando el peso sobre mí. Me quedé solo (rodeado por tanta gente) como aquella vez en mi ciudad... De repente Albert me dijo:

-¡Ya está la aixaneta arriba! ¡Un poco más Humbert! -a oscuras oí el ahogado griterío del público como si yo estuviera dentro de una piscina... luego noté como temblaba todo el castillo sobre mí al irse descargando.



Foto del primer castell descargado a Tortosa... ¡de nuestro primer castell!, desde el ayuntamiento

¡Y de repente!, se abrió de nuevo el cielo... y el aire trajo a mis oídos una fuerte ovación: ¡Todo había ido bien! Estallamos de alegría, ya no había control después de tanta tensión: todo era júbilo desmesurado, saltos, abrazos, lágrimas, griterío...

¡Y de repente!, se abrió de nuevo el cielo...  ¡y una intensa luz me inundó!, el sol se "abalanzó" sobre mí mientras yo botaba abrazado a mis compañeros. Ese mismo sol que se ocultó ese fatídico 29 de diciembre de 2013... ese sol volvía a brillar con fuerza, hasta lo más profundo de mi corazón, en la misma ciudad que aquel día se me apagó.

Aquí nos quedamos, con esos felices castellers que hicieron historia: por descargar el primer castell en la ciudad de Tortosa y por descargar su primer castell como colla. Luego han venido 8 más: tres 3d6 más, tres 4d6 y dos 3d6a (¡todos felizmente descargados!), completando una primera temporada espectacular y... teniendo yo, el gran honor, de haber sido el "bajo" en todos y cada uno de ellos.

Aquí nos quedamos, con este casteller ahora inmensamente feliz... con este casteller que, por fin, dejó atrás las tinieblas... con este casteller que ahora salta loco de contento, "bajo" ese cálido sol de verano... mientras, sonrisa batiente, levanta su brazo bien alto... como queriéndolo tocar.

Dos escudos, dos ciudades... ¡una misma camisa! ¡Orgullo grana al cuadrado!