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viernes, 5 de agosto de 2016

Cuando los dinosaurios dominaban mi alcoba (1)

Siendo yo un niño, mis padres me regalaron un libro titulado: Animales Prehistóricos (1976) de la editorial AFHA Internacional. Ese ilustrado compendio se incluía dentro de la colección Enciclopedia Temática, y trataba sobre animales singulares extintos e importantes en el registro paleontológico. Creo recordar que comenzaba hablando de los Trilobites del Paleozoico, pasando lista, hasta el Smilodon del Plioceno.

Pero el capítulo que más me gustaba, se encontraba en sus páginas centrales y nos recibía con un contundente: Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra (de aquí el título escogido para este escrito). Dentro de este apartado del libro se podía ver una ilustración, a toda página, donde se representaba una letal lucha entre un robusto Triceratops y un fiero Tiranosaurius Rex.

Batalla entre un Triceratops y un Tiranosaurius Rex. Animales Prehistòricos, Ed. AFHA

¡Ese libro me marcó!, y alimentó mi pasión por la paleontología... más concretamente: hacia los grandes réptiles de la Era Secundaria. Esto, entre otras motivaciones, ayudó que acabara escogiendo la profesión de geólogo.

Curiosamente, en mi carrera universitaria, la asignatura "Paleontología de Vertebrados" era optativa y el tema "dinosaurios" (que esperaba con tanta ilusión) apenas duró media hora... Y es que, dicha sea la verdad, por mucho que nos apasionen estas colosales bestias, no hemos de olvidar que no son más que un pequeño grupo dentro del abundante registro fósil.

Pues bien, fue precisamente durante mis años universitarios, cuando adquirí las dos piezas de dinosaurio que atesoro en mi colección de paleontología. Podéis ver el artículo sobre mi colección, en el siguiente enlace: Colección de fósiles: Elección y clasificación.

Estas dos piezas son: el fragmento de huevo de un Saltasaurus (al que le dedico este escrito) y un colmillo de Spinosaurus (al que también escribiré un post más adelante, a modo de segunda entrega).

Las dos muestras de dinosaurios que dispongo, dentro de sus contenedores originales de cartón


Saltasaurus

Representación de un Saltasaurus. Fuente
Clasificación

Saltasaurus se trata de un género de dinosaurio saurópodo saltasauridae (antes llamados titanosauridae), representado por una única especie: Saltasaurus loricatus.

Se clasifica siguiendo las siguientes categorías taxonómicas:

  • Reino: Animalia. Desarrollo embrionario, ausencia de clorofila, capacidad de locomoción.
  • Filo: Chordata. Presencia de cuerda dorsal.
  • Subfilo: Vertebrata. Presencia de columna vertebral.
  • Superclase: Tetrapoda. Animales con cuatro extremidades.
  • Clase: Sauropsida - Reptilia. Réptiles con presencia de escamas y reproducción ovípara (huevo amniótico).
  • Subclase: Diapsida. Dos fosas o fenestras temporales en el cráneo.
  • Superorden: Dinosauria. Dinosaurio.
  • Orden: Saurischia. Cadera de lagarto.
  • Suborden: Sauropodomorpha. Con forma de pata de réptil.
  • Infraorden: Sauropoda - Titanosauria. Dinosaurio de proporciones enormes, cuello largo, cabeza pequeña, patas gruesas y cola robusta.
  • Familia: Saltasauridae. Generalmente de "pequeño" tamaño y presencia de armadura dérmica.
  • Género: Saltasaurus.
  • Especie (tipo): Saltasaurus loricatus. Bonaparte & Powell, 1980.


Descripción

La palabra Saltasaurus significa, etimológicamente: reptil de Salta (Argentina). Vivieron a finales del Cretácico (Mastrichtiano), hace aproximadamente entre 73 y 65 millones de años, en lo que hoy es Sudamérica.

Era relativamente pequeño, comparado con los otros tipos de saurópodos... aunque seguía siendo enorme para los estándares humanos (medía aproximadamente 12 metros de largo, con un peso estimado de 7 toneladas).

Escala relativa entre un Saltasaurus y un hombre. Fuente
Tenía un cuello alargado, una cabeza pequeña, similar a la de los diplodócidos, y dientes con forma de cuchara. Disponía de piernas fuertes y gruesas, con cinco dedos en cada pie, y estaba provisto de una cola robusta que terminaba en un extremo delgado formando un látigo.

Pero lo realmente singular del Saltasaurus, es que fue el primer saurópodo que se descubrió que poseía una serie de placas y nódulos óseos a lo largo de su región dorsal. Estas placas (similares a las de los Ankylosaurus) eran de forma redondeada (con un diámetro de 10 a 12 centímetros) y tenían pronunciamientos de púas óseas. Entre estos nódulos de mayor tamaño, se formaban osteodermos más pequeños, también redondeados.

Placas óseas dérmicas fósiles de un Saltasaurus. Wikipedia

Nidificación

El descubrimiento de huevos de Saltasaurus, enmarcados en zonas de anidamiento, ha planteado un comportamiento gregario como medio de protección y estrategia de supervivencia.

Representación del comportamiento gregario de una manada de Saltasaurus. Fuente
El lugar de la puesta, tenía una conformación similar a las colonias de anidamiento que se suelen ver entre algunas aves terrestres y tortugas.

Las hembras cavaban agujeros en el suelo, poniendo dentro de ellos sus huevos. Cada nido se separaba de los demás, entre dos y tres metros. La putrefacción de la materia orgánica circundante daba calor suficiente para la incubación de los huevos.

La manada de Saltasaurus adultos se quedaban cerca de los huevos para protegerlos: agrupándose y rodeando la zona de anidamiento, en caso de ataque de depredadores.

Una cria nace en un nido de Saltasaurus, mientras los adultos se organizan para repeler un ataque. Fuente

Huevos de Saltasaurus

El fósil protagonista de este post, es un fragmento de cáscara de huevo de Saltasaurius. Lo compré, a finales de los noventa, en la ExpoMiner de Barcelona. Creo recordar que costó unas 1500 pesetas (unos 9€).

Parte externa de mi fragmento de huevo de Saltasaurus

Para complementar este fragmento fósil, más adelante, adquirí una figura de PVC, de la detallista marca alemana Schleich, que recrea (a escala) un Saltasaurus. Esta pieza (de 24 centímetros de largo) viene acompañada por la figurita de una persona (a modo de referencia) y de unas fichas explicativas del dinosaurio.

Mi figura de un Saltasaurus de la marca Schleich

A parte del Saltasaurus, también dispongo de una representativa colección de figuras de PVC de otros dinosaurios. Entre ellos: de un Spinosaurus, ¡como el colmillo que dispongo en mi colección!

Pues bien, mi fragmento de huevo de Saltasaurus fue hallado en Argentina, más concretamente, en la provincia patagónica de Rio Negro. Se recolectó en la Formación Miembro Inferior Allen, ubicada al sur del Desierto General Roca.

Un grupo de llamas pasta en el desierto patagónico, como lo hicieron los Saltasaurus antaño. Fuente
Los huevos de saltasaurus tienen forma esferoidal y un diámetro de hasta 20 centímetros. Dentro de ellos se han encontrado embriones fosilizados con impresiones de la piel.

Un huevo entero de Saltasaurus, con su típica forma de esfera. Fuente
El fragmento que yo dispongo, es un cachito de estos huevos: es como la pieza de un puzle tridimensional de una bola:

Representación de de mi fragmento de cáscara, respecto la totalidad del huevo de Saltasaurus
Si nos fijamos bien, en mi pieza podemos reconocer los tres rasgos comunes que encontramos en cualquier fragmento de huevo de dinosaurio; estos son: tener un grosor más o menos uniforme, tener una ligera curvatura (pensemos que se tratan de cachitos de formas ovales) y presentar una superficie llena de pequeños poros.

Parte interna de mi fragmento de huevo fósil, donde se aprecian los tres rasgos comunes

Pues bien... este pedazo de piedra que ahora sostengo entre mis manos, la "parió" un dinosaurio y guardó en su interior el tesoro de la vida... ¡el tesoro de la evolución! Pero este pedazo de huevo, nunca vió nacer a la pequeña cría de Saltasaurus que contenía dentro de él.

La naturaleza, a veces cruel, pero lista como el mismísimo demonio, cubrió esos huevos entre barros de riada... y allí se quedaron colgados, ¡para siempre!, en aquella remota región de Argentina. ¡El barro los ahogó!, pero los preservó intactos... los preservó hasta hoy, para que un loco enamorado de los dinosaurios, pudiera ahora amarrar este fragmento y decirle, con todo cariño y admiración:

Ché "boludo"... ¡qué bueno que viniste!


viernes, 6 de mayo de 2016

Brunton: Un instrumento para geólogos... desorientados


Si miramos el post que escribí hace dos años, titulado El Macuto del Geólogo, recordaremos que, en aquel escrito, inventarié los objetos más representativos que solemos utilizar los licenciados en Ciencias de la Tierra. Y... como no, entre ellos destacaba: ¡la brújula de geólogo!

Pero antes de entrar en materia, repasemos que es una brújula y para qué sirve.

La brújula es un instrumento de orientación que utiliza una aguja imantada para señalar el norte magnético terrestre.

Imagen de una brújula clásica. Fuente

Fue inventada en China, allà por el siglo IX, con el fin de determinar las direcciones de los barcos en mar abierto.

Inicialmente consistía en una aguja imantada flotando en una vasija llena de agua (como si de una flor de loto se tratase). Más adelante, fue mejorada para reducir su tamaño y facilitar su uso: cambiándose la vasija de agua por un eje rotatorio y añadiéndose una «rosa de los vientos» que servía de guía para calcular direcciones.

En Europa apareció en el siglo XIV... y apareció con lo que conocemos, actualmente, como brújula seca. Este tipo de brújula consta de tres elementos: una aguja magnetizada, una caja con cubierta de vidrio y una carta náutica con la rosa de los vientos dibujada en una de sus caras.

Recreación de una brújula de tipo seco. Fuente

En contraposición a las secas, las brújulas líquidas (inventadas por Tuomas Vohlonen) utilizan una aguja o disco magnetizados pero, en este caso, dentro de una cápsula llena de algún líquido (aceite, queroseno, alcohol...). Dicho fluido hace que la aguja se detenga rápidamente en vez de oscilar repetidamente alrededor del norte magnético.

Las brújulas modernas, además, suelen llevar un transportador incorporado, que permite tomar medidas exactas de rumbos directamente de un mapa. Así como escalas para tomar medidas de distancias en mapas, marcas luminosas para usar la brújula en condiciones de poca luz y mecanismos ópticos de observación (espejos, prismas, etc.) para tomar medidas de objetos lejanos con gran precisión.

Ejemplo de brújula moderna de tipo líquido. Fuente

Una brújula, como instrumento de navegación, tiene diversos usos. Se puede utilizar sola o en combinación con cartas topográficas y sirve para:
  1. Medir los rumbos (ángulos con respecto al norte magnético) en la que se encuentran referencias que podemos observar en el terreno
  2. Indicar la dirección de un rumbo dado
  3. Desplazarse en una dirección constante
  4. Medir distancias en el terreno (mediante un cálculo trigonométrico).
Hecha esta pequeña introducción, ¡ahora sí!, pasemos a detallar como son las brújulas que utilizamos los geólogos.


La Brújula de Geólogo

La brújula de geólogo, también conocida como brújula Brunton o tránsito de bolsillo Brunton, es un instrumento de precisión patentado, en 1894, por el geólogo canadiense David W. Brunton.

El geólogo David W. Brunton, sosteniendo su brújula. Fuente

Originalmente, este tipo de brújula sólo las fabricaba la compañía Brunton, Inc. de Riverton (Wyoming). Actualmente es manufacturada por diversas empresas.

Este instrumento posee una aguja imantada que se dispone en la dirección de las líneas de magnetismo natural de la Tierra pero, a diferencia de la mayoría de las brújulas modernas, el tránsito de bolsillo Brunton utiliza amortiguación de inducción magnética en lugar de líquido, para controlar la oscilación de la aguja orientadora.

Otra gran diferencia, respecto las otras brújulas, es que incluye un clinómetro para poder tomar medidas de inclinación.

Modelo actual de brújula Brunton. Fuente

La brújula de geólogo que yo dispongo no es Brunton... ¡ya me gustaría! Se trata de una Silva, modelo 15 TD-CL.

Mi brújula de geólogo Silva, con su estuche y accesorios

Es muy sencilla... de hecho es una brújula de tipo cartográfico pero con nivel circular (que yo mismo le añadí) y clinómetro. Tened en cuenta que me la compré siendo estudiante, en el primer curso de mi carrera.


Partes de una brújula de Brunton

Si analizamos las diferentes partes de una brújula de tipo Brunton, vemos que está compuesta por tres elementos: la caja, la tapa y la pínula:

Denominación de las partes de una brújula de tipo Brunton. Fuente

  1. En la caja (de base cuadrada) vemos, en primer plano: la aguja magnética, el limbo graduado, el indicador norte y el nivel cilíndrico. En un plano inferior tenemos: el clinómetro movible, la escala del clinómetro y el nivel horizontal. En el exterior de la caja tenemos un tornillo para ajustar la D.M. (desviación magnética).
  2. Por otro lado tenemos la tapa, allí encontramos: la mirilla, el espejo con su línea axial y la mira plegable.
  3. Por último, al lado opuesto de la tapa, encontramos una pínula (también abatible), la ranura de la pínula y la ventanilla.

Tipos de brújula Brunton

Hay dos tipos de brújula de geólogo, dependiendo de las medidas de orientación que nos den:

Las más comunes aquí en Europa son las de medio círculo. Estas miden una orientación de tipo acimutal. Es decir, el limbo de la brújula está graduado en 360 grados, siendo: 0º el Norte, 90º el este, 180º el Sur y 270º el oeste.

Graduación de un limbo acimutal de una brújula de medio círculo. Fuente

Por otra parte tenemos las rumbales (estas brújulas son más utilizadas en América). En este caso, nos miden una orientación de tipo rumbal: siendo el "rumbo" el ángulo agudo (menor de 90º) medido desde norte o desde sur, hasta la dirección establecida: este u oeste. 

Graduación de un limbo de una brújula de tipo rumbal. Fuente

Para tomar una orientación rumbal, primero miraremos si el norte de la aguja imantada está más cerca del norte o del sur del limbo graduado de la brújula. Desde ese mismo punto (norte o sur) empezaremos a contar los grados que les separa de la aguja, hacia el lado este o hacia el oeste del limbo.

La notación rumbal la escribiremos de la siguiente forma: en primer lugar pondremos N o S (dependiendo donde esté más cerca la aguja); después anotaremos el número de los "grados de separación" de la aguja respecto el N o S y, por último, escribiremos E o W, dependiendo hacia donde hemos contado.

Para que lo visualicéis, a continuación he preparado una tabla de conversión, que compara el valor de orientación tomado con una brújula de medio círculo acimutal, respecto el valor de orientación tomado con una brújula rumbal:

Tabla de conversión de valores de orientación de tipo acimutal a rumbal (clicad para ampliar)


Usos de la brújula de geólogo

Con una brújula de geólogo podemos tomar 2 tipos de mediciones: orientación respecto el plano horizontal (mediante la aguja magnética) y la máxima inclinación, manteo o buzamiento respecto el plano vertical (mediante el clinómetro).

Con estos dos valores podemos medir, con toda precisión, planos y geometrías de estructuras geológicas.

Recordemos que una estructura geológica es una discontinuidad o deformación presente en el macizo rocoso, generado por la acción de esfuerzos compresivos o tensionales de origen tectónico... tenemos: planos de falla, diaclasas, pliegues, foliaciones, etc.

Espectacular pliegue tectónico a la costa de Zumaia (Guipúzcoa). Fuente

Además, con una brújula de geólogo, también podemos medir la orientación e inclinación de galerías subterráneas, perforaciones, pernos de fortificación, taludes y otros elementos presentes en obras y minería.


Como realizar una medición

A continuación os mostraré, con mi brújula de geólogo y de una forma práctica: como se calcula la orientación y la máxima inclinación de un nivel planar cualquiera.

Para hacerlo más sencillo, he preparado en mi casa una superficie plana a la cual le he infringido una inclinación irregular y aleatoria.

Base plana con una cierta inclinación

Para hacer la medición, utilizaré mi brújula Silva. Por tanto, las indicaciones que os describiré serán para este modelo o similar... pero se puede extrapolar, fácilmente, a todos los tránsitos de bolsillo de geólogo.


1. Medición de la orientación de una estructura geológica planar:
  • Buscamos un afloramiento con una cara plana, accesible y con una orientación representativa de la estructura geológica que queremos hacer la medición.
  • Abrimos completamente la brújula y apoyamos uno de sus dos lados "largos" al plano que queramos medir, procurando que toda su longitud esté en contacto con la estructura.
Apoyando el lado largo de la brújula sobre la superfície a medir

  • Sin separar este lado largo de la brújula del plano, la nivelamos (perfectamente) con la ayuda su nivel circular.
  • Una vez nivelada, giramos la rueda del limbo graduado hasta hacer coincidir el indicador norte con el norte de la aguja magnética.
Brújula perfectamente nivelada, con el indicador norte coincidiendo con la aguja magnética

  • Ya podemos apartar la brújula del afloramiento y leer la orientación que hemos obtenido. Para hacerlo, miramos los grados de separación que marca el indicador norte que hemos movido, respecto la marca norte (representada, en mi caso, con un triangulo fosforescente sobre la bisagra). Para nuestro ejemplo, vemos que marca una orientación acimutal de 51º (o un rumbo de N51E).

2. Medición de la máxima inclinación de una estructura geológica planar:
  • Para determinar cuál es la línea de máxima pendiente del plano que estamos midiendo, una forma sencilla y rápida que solemos realizar es tirar por encima de la estructura geológica una piedrecita redondeada.
Preparando una canica para dejarla bajar libremente sobre la superfície

  • La trayectoria que recorra el guijarro sobre el plano inclinado, nos determinará esta línea de máxima pendiente.
La canica rueda sobre la superfície marcándonos la línea de máxima pendiente

  • Una vez conocida la línea de máxima pendiente, movemos la rueda del limbo de nuestra brújula Silva hasta hacer coincidir su línea W-E con su línea axial. De esta forma, dejaremos bien ajustada la escala del clinómetro.
  • Apoyamos completamente el lado largo de la brújula sobre la línea de máxima pendiente.
Brújula apoyada sobre la línea de máxima pendiente, para poder tomar la medida del clinómetro

  • Miramos los grados donde apunta la aguja del clinómetro y anotamos su lectura. En nuestro caso: 10º de máxima inclinación.

Para anotar la orientación y el buzamiento medido sobre una superficie planar, lo haremos de la siguiente forma: valor de los grados la orientación acimutal (con tres cifras), una "barra inclinada" y el valor de los grados obtenidos del buzamiento (con 2 cifras). En el ejemplo que hemos calculado sería pues: 051/10 (si queremos darlo en notación rumbal: N51E/10).

Espero haberos podido "orientar" un poco de como funciona una brújula de geólogo.

¡Muchas gracias por vuestra atención!

lunes, 10 de agosto de 2015

El cuento, científicamente probado, de la yaya Concha

Introducción

De esto hace ya unos años...

Era una soleada tarde de invierno en la solitaria Cala Puntal de Vinaròs. Me senté sobre sus caldeados guijarros mirando el horizonte... las olas besaban tímidamente mis desnudos pies... me quedé en silencio, mi respiración era profunda y pausada.

La pedregosa Cala Puntal de Vinaròs (Castelló).  Fuente

Miré alrededor... mis compañeros de meditación eran una infinidad de silenciosos guijarros de procedencia muy diversa y... en medio de ese jardín Zen, ¡estaba yo!

De todas esas piedras que sustentaban mis pensamientos, había una que parecía mirarme, parecía querer contarme algo. No era la más bonita ni la más atrayente de aquella playa: era, tan solo, una ajada caliza de superficie tosca y colores apagados... era, tan solo, un canto rodado aplanado y roto por uno de sus extremos. Lo tomé y, entonces, vi el tesoro que guardaba en su mutilado costado: ¡los restos fósiles de un berberecho!

Canto rodado, recogido en Cala Puntal, con una valva fósil de berberecho

¡Cuánta energía desprendía!, cuanto tenía por contar esa vieja concha, cuanto... ¡a quien supiera escucharla!


Un ambicioso proyecto, "sedimentado", de momento...

En 2011, Mònica Pagès (periodista especializada en música clásica y artes plásticas) nos propuso al artista barcelonés Jordi Pascual Morant y a mí que uniéramos esfuerzos y creáramos un libro de artista. Jordi me dio rienda suelta para que inventara una historia. Por su parte, él pondría toda su experiencia y potencial creativo para plasmarlo y hacerlo realidad.

Autorretrato de Jordi Pascual Morant con Nebulosa (iluminada) 

Pensé que sería interesante explicar la "biografía" de ese fósil incrustado en aquel guijarro. A Jordi, le pareció genial la historia y la forma de presentarla. Nos pusimos manos a la obra, trabajamos duro en su taller. Probamos diferentes materiales para plasmar nuestro diseño y al final elaboramos un prototipo que superaba con creces mi bosquejo original: ¡eso ya era más que un libro de artista! Era, como lo definió el mismo Jordi: ¡un "poema objeto"!

Desgraciadamente, el proyecto se tuvo que aparcar, de forma indefinida, por falta de presupuesto. Jordi me entregó el arquetipo que conservo en casa como uno de mis mayores "tesoros" y que, por razones lógicas, no puedo mostraros públicamente.

Si estáis interesados en invertir en una obra original, con salida y que no dejará indiferente a nadie, poneros en contacto con Jordi Pascual o conmigo y... lo hablamos. :-)


Saber leer... saber sentir lo que nos transmite cualquier piedra

La geología, como un día dijo el doctor Joan Rosell (catedrático de Estratigrafía de la Universitat Autònoma de Barcelona) es la ciencia clásica menos "exacta". Según su opinión, un buen geólogo no sólo ha de tener la mente racional, metódica y abierta del científico... sino que, ¡además!, debería ser sensible, imaginativo y creativo como un poeta.

Columnas de la Universitat Autònoma de Barcelona.  Fuente

Yo pienso que cada piedra es un "libro" con una historia que contar... una historia que un geólogo podrá leer porqué conoce su "abecedario". Pero una piedra también es una "viajera del tiempo" que quiere explicarnos su historia, quiere narrarnos un cuento a las personas que seamos capaces de "escucharla".

Para entender esto que os digo, primero explicaremos de forma científica lo que podemos "leer" de nuestra muestra y, luego, "escucharemos" la historia que quiere contarnos.


1.- Análisis geológico de la muestra:

Desde un punto de vista estrictamente científico, la descripción visual de la muestra F003 (así la catalogué en la base de datos de mi colección) sería la siguiente:

Muestra F003: canto rodado con valva fósil de Cardiidae (Cala Puntal, Vinaròs)

Se trata de un detrito de un depósito litoral actual. Recogido en Cala Puntal de Vinaròs (Castelló), coordenadas E(X): 287525.5 - N(Y): 4484868.0 UTM 31N / ETR S89.

Es una roca carbonatada: una caliza con un alto contenido en dolomía. Tiene una superficie rodada y tosca con colores gris-pardusco. Presenta un contorno irregular y aplanado. Mide de 11 a 7 centímetros de base y de 5 a 3 centímetros de grosor, una masa 0,3 Kg y un peso específico de 1.8 Kg/dm3.

Se puede observar una presencia notable en microfósiles (como nummulites), así como secciones de exoesqueletos de invertebrados y la valva interna (relatívamente bien conservada) de un bivalvo del tipo cardiidae.

Especie de Cardiidae actual.  Fuente

Con toda probabilidad, este canto rodado proviene de la erosión de los estratos mesozoicos del Macizo dels Ports (Tarragona, Castelló y Teruel).


2.- El cuento de la yaya Concha:

Conchita era una pequeña cría de berberecho que vivía plácidamente en un mar tropical poco profundo del Jurásico (hace unos 200 millones de años), en el lugar donde hoy se levantan els Ports de Tortosa y Morella.

Conchita se pasaba el día medio escondida en la arena, con sus sifones desplegados filtrando alimento. En una ocasión, quiso aproximarse cerca de la costa y vio un continente cubierto por una espesa vegetación selvática. Distraída, no se dio cuenta como se acercaba un joven Tastavinsauro que quería "jugar" con ella... afortunadamente, se escondió bajo tierra en el último momento.

Representación de un Tastavinsaurus.  Fuente

Conchita se hizo mayor y dio a luz diferentes crías de berberecho. Pasó el tiempo y... una noche de tormenta tropical murió sin poder llegar a conocer a su nieta. Sus partes carnosas fueron aprovechadas por algún animal. Sus dos conchas, unidas por el frágil ápex quitinoso, se separaron: una de ellas, rápidamente, se fragmentó y se disolvió... la otra, quedó depositada junto a otros exoesqueletos dentro un fino sedimento calcáreo.

Concha de berberecho medio enterrada en el sedimento.  Fuente

Y allí quedó enterrada, preservada de los agentes geológicos externos para siempre... allí quedó intacta, la "yaya Concha", esperando algún día poder ver a su querida nieta...

El Jurásico termino y... lentamente, ese mar poco profundo, donde vivió nuestra protagonista se fue secando. Ese barro calcáreo donde estaba enterrada, se acabó convirtiendo (por diagénesis) con una firme roca carbonatada.

Pasaron milenios y con la orogénesis alpina se crearon grandes cordilleras... ¡nuevos paisajes! Esas rocas carbonatadas que contenían el fósil de la yaya Concha se comenzaron a plegar y levantar, formándose els Ports: ¡izándose a más de mil metros sobre el nivel de "su" mar!

Ports de Tortosa, con su cima: el Mont Caro (1442 m.) en el centro de la imagen.  Fuente

Un levantamiento de nuevos relieves implica siempre que comience una activa erosión sobre las zonas erguidas. La meteorización mecánica acabó separando un gran bloque del estrato donde estaba la yaya Concha. El gran peñasco se desprendió ladera abajo, rompiéndose, a su vez, con otros fragmentos menores.

Mareada y algo aturdida quedó nuestra entrañable fósil, todavía protegida en el interior del fragmento anguloso de roca (ya no mayor que un tetrabrik). La escorrentía superficial la fue bajando por la empinada ladera hasta el fondo del valle... hasta el lecho de un torrente.

Los periodos de tormenta, el barranco sufría grandes crecidas. Las piedras bajaban en tropel, golpeándose unas con otras, rompiéndose y limando sus ariscos contornos. Por cada barrancada, unos metros más avanzaba nuestra protagonista.

Cantos rodados en el lecho de un torrente.  Fuente

Durante uno de estos avances, pugnando con un bolo mucho mayor que ella, nuestro canto fue golpeado rompiéndose uno de sus extremos. La fresca fractura dejó a la vista a la yaya Concha, mostrando la parte interna de su valva, con sus "costillas" bien marcadas.

Ese barranco llevó así a nuestro canto hasta al río Ebro... el agua ya iba cogiendo gusto a sal. El avance sobre el lecho fluvial trasladó a yaya Concha, valientemente arrapada sobre el guijarro, a la desembocadura de este gran río... ¡de nuevo estaba en el mar!

Las corrientes litorales fueron desplazando el canto hacia el sur, hasta que se quedó quieto cerca de la Cala Puntal, con el fósil bien visible en la parte superior de la piedra. El mar estaba en calma y, poco a poco, los berberechos del lugar desplegaron sus sifones para filtrar los nutrientes en suspensión.

Berberecho enterrándose en la arena con la ayuda de su pie. Fuente

Una cría de berberecho apareció cerca del guijarro, la yaya Concha reconoció de inmediato a su tataranieta: ¡que poco había cambiado! La cría se acercó a ese extraño "pedrusco" que tanto se parecía a los suyos y tranquila se acurrucó a su amparo protector.

La yaya Concha pudo así transmitirle todo lo que no pudo decir a su nieta en el Jurásico, le explico su largo camino de 200 millones de años y lo feliz que era de haberla al fin encontrado...

Llegó la noche, la bonanza se convirtió en temporal de levante. "Escóndete bajo tierra, ¡rápido Conchita!" le apremió su tatarabuela. Todos los berberechos, replegaron sus sifones y escarbaron rápidamente el sedimento, colgándose bajo la arena. Conchita miró el cansado y viejo rostro de su tatarabuela, le dio un beso y le dijo: "Hasta siempre yaya Concha... ¡te quiero!".

Representación divertida de la joven Conchita.  Fuente 

Yaya Concha se quedó sola sobre la superficie, el mar se alborotó y levantó con furia el guijarro del suelo. Las olas, ¡altísimas!, lanzaron el canto contra la pedregosa playa. Una y otra vez fue arrastrada y proyectada contra la cala. Los golpes desgastaron aún más los contornos de la vieja valva.

El temporal, finalmente cesó, el canto quedo inmóvil sobre Cala Puntal y... ¡salió el sol!

Pasó mucho tiempo, quizás años... En verano, los ruidosos bañistas iban a esa playa y pisoteaban aquel olvidado canto rodado.

Y una soleada tarde de invierno, un chico llegó a la solitaria cala. Se sentó sobre los caldeados guijarros mirando al horizonte... las olas besaban tímidamente sus desnudos pies... se quedó en silencio, respirando profunda y pausadamente.

Miró alrededor suyo y se fijó en una de las piedras que tenía a su lado.  No era la más bonita ni la más atrayente de aquella playa: era, tan solo, una ajada caliza de superficie tosca y colores apagados... era, tan solo, un canto rodado aplanado y roto por uno de sus extremos. Lo tomó y, entonces, vio el tesoro que guardaba en su mutilado costado: ¡los restos fósiles de un berberecho!

¡Cuánta energía desprendía!, cuanto tenía por contar esa vieja concha, cuanto... ¡a quien supiera escucharla!

Primer plano de la "yaya Concha" sobre su gastado canto rodado

Esta historia tiene algo de cierto y mucho de inventado. Esta historia es lo que transmitió esa vieja concha, a este geólogo enamorado de los cuentos, a este cuentacuentos enamorado de las piedras.

Muchas gracias por vuestra atención.

lunes, 11 de mayo de 2015

Gibeon: ¡Contacto extraterrestre!


Cuantas veces, mirando distraídos un cielo estrellado, aparece de repente una estrella fugaz… aparece una efímera luz que traza una fina estela que desaparece en un suspiro… un suspiro que precede que todos pensemos, rápidamente, con algún bienaventurado deseo.

Pero... ¿qué era esa estrella fugaz?

Una estrella fugaz es un fragmento de materia interplanetaria, captada por la gravedad terrestre, con claras intenciones de impactar sobre la superficie de la Tierra y que es volatilizada, en plena caída, por la atmósfera evitando que se "estrelle" sobre nosotros, cual bala perdida.

Han pasado más de cinco años desde el primer artículo que escribí sobre geología en este blog y, precisamente, lo hice hablando sobre meteoritos (una de mis pasiones desde niño). Concretamente, traté entonces sobre un pequeño fragmento de Luna que dispongo en mi colección particular: NWA 4734. La Luna en mis manos.

En esta ocasión os presentaré a Gibeon: ¡un “extraterrestre”!, un ente que ha viajado desde muchísimo más lejos que la Luna: el Meteorito de Gibeon proviene del Cinturón de Asteroides (entre las órbitas de Marte y Júpiter) aproximadamente a unos 450 millones de kilómetros de la Tierra.

Interpretación (sin escala) del Sol y los planetas interiores, desde el Cinturón de Asteroides. Fuente


Definición de Meteorito

Un meteorito es un meteoroide que logra alcanzar la superficie de un astro rocoso, sin que la atmósfera del astro haya podido desintegrarlo totalmente durante su caída. La luminosidad dejada al desintegrarse en la atmósfera se denomina meteoro.

Un meteoroide es la materia que gira alrededor del Sol (o por el espacio interplanetario) y que es demasiado pequeña para ser considerada un asteroide o un cometa. Si son partículas ínfimas se llamarán micrometeoroides.

El término meteoro proviene del griego meteoron y significa "fenómeno en el cielo". Se emplea para describir el destello luminoso que acompaña la caída de un meteoroide al atravesar la atmósfera terrestre.

Meteoroide entrando a la atmósfera, creando un luminoso meteoro. Fuente

Este destello se produce por la incandescencia temporal que sufre el meteoroide a causa de la presión de choque generada por las altas velocidades de caída: el aire atmosférico se comprime al chocar con el cuerpo y, el aumento de la presión, pone al límite su temperatura pudiendo volatilizarlo en el aire, fragmentarlo o reducir considerablemente su masa.

Los meteoritos cuyo descenso o choque son atestiguados por humanos se denominan caídas. El resto, se conocen como hallazgos. Existen aproximadamente 1050 caídas avistadas y más de 31.000 hallazgos de meteoritos bien documentados.

La nomenclatura de los meteoritos hace referencia al lugar donde fueron encontrados en la Tierra: una ciudad próxima, alguna característica geográfica... Por ejemplo, el Meteorito de Willamette (expuesto en el Museo de Historia Natural de Nueva York) toma el nombre de la región donde fue descubierto: Willamette Valley, en Oregón (USA), donde (por cierto) se elaboran buenos vinos. Se trata del meteorito hallado más grande de Norteamérica y uno de los mayores del mundo:

El formidable Willamette Meteorite (USA), con dos niños escondidos en sus oquedades. Fuente

Como hemos avanzado, la mayoría de los meteoroides captados por la gravedad terrestre no son de gran tamaño y se desintegrarán rápidamente al entrar en contacto con la atmósfera de la Tierra… no obstante se estima que, cada año, un centenar de bólidos (de tamaños milimétricos a centimétricos) impactan con nuestra superficie: aunque sólo el 5% son recuperados y más de dos terceras partes de estas caídas se pierden en el mar.

Podemos llegar a creer que sucede siempre la “causa-efecto”: meteorito es igual a cráter de impacto… pero, lo cierto, es que para que se forme un cráter de impacto, el meteoroide causante debe tener una masa suficiente grande, penetrar a la atmósfera con un determinado ángulo de entrada y (lógicamente) no caer en el mar. La mayoría de meteoritos que impactan sobre el suelo terrestre, tan solo crearán un pequeño hoyo de colisión.

El espectacular cráter meteorítico de Barringer o Meteor Crater en Arizona (USA). Fuente

Por último, a pesar de que cada año aparece alguna noticia apocalíptica informando que la Tierra será destruida por algún gigantesco meteorito que viene directo hacia nosotros, debo decir que, afortunadamente, en el registro geológico, es rarísimo que meteoritos colosales se fijen con nuestro pequeño planeta… estemos tranquilos pues y dejemos a “Armageddon” para las películas americanas y el lucimiento personal del bueno de Bruce Willis. J


Clasificación de los Meteoritos

Actualmente, como podemos ver en el siguiente enlace: la Clasificación de los Meteoritos es muy exhaustiva y rigurosa. Para inventariarlos se utilizan diversos criterios como: tipo de metamorfismo de choque, meteorización de la muestra o composición y procedencia del meteorito.

Simplificando, a nivel más básico, podemos utilizar la Clasificación Clásica de los Meteoritos, donde diferenciamos 3 grandes grupos:


1.- Meteoritos pétreos

Los meteoritos pétreos, también llamados rocosos, están formados por materiales silicatados (como la composición mayoritaria de nuestro manto terrestre), tenemos dos tipos:
    • Las Condritas, que son rocas que no sufrieron procesos de fusión o diferenciación magmática en los asteroides o planetas de donde proceden. Representan el 85,7% de los meteoritos que caen a la Tierra.
    • Y las Acondritas que, en este caso, sí sufrieron este tipo de procesos: siendo muy similares a las rocas ígneas terrestres (y, por tanto, muy difíciles de diferenciar). Las acondritas representan un 7,1% del total de las caídas.

Acondrita de tipo lunar, NWA 4734, de mi colección particular (el cubo azul mide 1cm)


2.- Meteoritos metálicos

Los meteoritos metálicos, también llamados sideritos, se caracterizan por estar compuestos por aleaciones de hierro y níquel (en este caso, como la composición de nuestro núcleo terrestre).

La mayoría de sideritos presentan las Estructuras de Widmanstätten. Estas son un bandeado que sólo se puede formar si la aleación fue sometida a grandes presiones... presiones que sólo pueden darse en el núcleo de los astros rocosos donde se formaron. Por tanto, no encontramos este bandeado en ninguna roca de la superficie terrestre, ni hay máquina humana que pueda crearlas. Así pues, si se observan: ¡el hierro es meteorítico, seguro!

Corte pulido de meteorito metálico: se observan las Estructuras de Widmanstätten. Fuente

Los meteoritos metálicos sólo representan el 5,7% del total de las caídas. Pero, debido a su buena conservación y reconocimiento más sencillo, son el 89,3% de la masa total de todos los meteoritos conocidos y el peso de todas las muestras recolectadas supera las 500 toneladas.


3.- Meteoritos metalorrocosos

Los metalorrocosos o sideralitos, son un tipo de meteorito con características intermedias de los otros dos, ya que tienen una proporción variable entre metales y rocas silicatadas.

Lámina delgada de Sideralito. Fuente

En este caso, se cree que estos materiales provienen de las zonas limítrofes entre el núcleo y el manto del asteroide o planeta donde se formaron. Es muy posible que en la Tierra tengamos materiales similares en la Discontinuidad de Gutemberg.

Tan solo representan un 1,5% de los meteoritos que caen a la Tierra y un 1,8% de la masa total de meteoritos catalogados. 


Gibeon Meteorite

Hecha la debida introducción, toca hablar de la muestra que tengo en mi casa: ¡el Meteorito de Gibeon!

Muestra de uno de los fragmentos hallados del Gibeon Meteorite. Fuente

Este meteorito debe su nombre a la ciudad más próxima donde se encuentra su yacimiento: Gibeon (en Namibia) al extremo suroeste del continente africano. Se trata uno de los mayores campos de meteoritos del mundo.

El gran siderito llegó a nuestro planeta en épocas prehistóricas, penetrando a la atmósfera con un ángulo rasante de 30º. Antes de chocar contra la superfície terrestre, explotó en centenares de fragmentos que cayeron dispersándose en una amplia área (de más de 65 kilómetros de ancho por 400 de largo). El bajo ángulo de penetración a la atmósfera y la multitud de pequeños meteoroides, explican el gran tamaño del yacimiento y la ausencia de un cráter de impacto.

El peso de todos los fragmentos que impactaron suma unas 26 toneladas. La mayor parte de estas fracciones quedaron dispersas sobre la superficie. Las condiciones climatológicas favorables evitaron la corrosión del material.

El Meteorito de Gibeon está compuesto por un 87% de hierro y un 10% de níquel. El resto lo forman pequeñas proporciones, de cobalto, fósforo, nódulos de grafito… así como la presencia de de enstatita (piroxeno) y tridimita (cuarzo de alta temperatura).

El ataque acido de las superficies pulidas de las muestras en el laboratorio, permitió revelar la presencia de estructuras de Widmanstätten.

Mi pequeña muestra del Meteorito de Gibeon, con las típicas estructuras de Widmanstätten

Por tanto, el Gibeon Meteorite se puede clasificar como un siderito del grupo de las octaedritas.

Los pueblos indígenas de la región (los bosquimanos) usaban el metal meteorítico para fabricar herramientas y armas. En 1836, el capitán inglés Sir James Edward Alexander, descubrió el yacimiento tomando muestras y enviándolas a Londres, donde se confirmaría su origen extraterrestre.

Mi muestra la adquirí a un vendedor autorizado, a finales de los 90, en la ExpoMiner de Barcelona. Como vemos en la anterior imagen, mi fragmento de cortes pulidos, no es un espécimen muy grande (35x25x4 milímetros) pero es muy representativo: en él se observan, claramente, las estructuras de Widmanstätten.

Y también podemos ver, en el contorno delgado no cortado, la pátina de combustión que se generó durante la caída por la atmósfera terrestre.

Pátina de combustión al contorno, debida a la fricción atmosférica durante su caída

El valor de un meteorito (por su rareza) puede llegar a ser muchísimo más caro que el propio oro. De hecho, estos materiales extraterrestres, trabajados por manos creativas, pueden devenir verdaderas obras de arte:

Anillo de oro rosa con metal del meteorito de Gibeon (se ve el bandeado), valorado por 1800$. Fuente


Sutil relato de un contacto extraterrestre

A modo de resumen, ya en las postrimerías de este post, me quedo anhelado mirando mi pequeña muestra y escucho como me cuenta la historia de su vida.

Me explica que formaba parte del Cinturón de Asteroides, danzando alrededor del Sol... cuando, de repente, chocó violentamente contra otro gran asteroide, lanzando algunos de sus fragmentos fuera de la órbita del Cinturón.

Recreación del choque y fragmentación de 2 asteroides. Fuente

El gran fragmento que contenía mi muestra se quedo solo… ¡errante! Emprendió un largo viaje por el frío y silencioso espacio, hacia ningún lugar.

Su errabundo transito, finalmente, avistó tierra y fue captado por nuestra gravedad… cayó en un mundo poblado por hombres prehistóricos. Entró, muy de lado, por las capas altas de la atmósfera y empezó a descender, velozmente, formando un luminoso meteoro.

La alta combustión que sufrió durante el desplome lo fragmentó, haciéndole explotar a gran altura... se quebró en cientos de pedazos que cayeron dispersados sobre la superficie del oeste sudafricano.

Allí quedó quieto… ¡inerte!, aquel pequeño fragmento que contenía mi muestra. Allí quedó... encastado sobre el suelo del desierto y... ¡pasaron los años!

Al final alguien lo vio, recogió y llevó a analizar. Con fina sierra lo cortaron en diferentes pedazos y los pusieron a la venta. Uno de las muestras (guardada en una urnita de plástico) llegó a Barcelona y se expuso en un estante de la ExpoMiner.

Llegó un estudiante de geología, se quedó mirando embelesado ese pulido fragmento y, tras evaluar su exiguo monedero de universitario, hizo un esfuerzo y... ¡lo adoptó!

Y ese estudiante se ha hecho mayor… pero sigue mirando embelesado ese pequeño ente metálico… ese viajero del espacio… ese extraterrestre que vino de tan lejos para quedarse junto a él.

Mi muestra de Gibeon dentro de su contenedor (sin la urna de plástico, para apreciarse mejor)

Para terminar este escrito, quisiera compartir un cortometraje de animación, llamado "Fallen", que explica la caída de un siderito (como el de Gibeon) desde que entra por las capas más altas de la atmósfera hasta que contacta con la superficie.

La película (de menos de 4 minutos) nos muestra un meteoroide metálico que, cuando comienza a calentarse durante la caída, cobra vida y se convierte en un simpático ser de grandes ojos y largos brazos que se enamora de la visión que tiene de la Tierra y quiere "abrazarla". Fijémonos con los sonidos del film: silencio en el espacio exterior; ruidos, músicas Zen (sobretodo al entrar a la troposfera) y… ¡silencio! Nos guste o no, esto es lo que pasa a la mayoría de meteoritos que logran llegar a la superficie de nuestro planeta:


Espero que os haya gustado el escrito… y espero que con él, entendáis mejor lo que se esconde tras la estela de una estrella fugaz…

¿Pedimos un deseo?