miércoles, 5 de septiembre de 2012

La Sénia. Entre lavaderos y miradores


La iaia Maria em contava,
assegut al seu davantal,
que sentia gran enyorança
d’aquell poble de nívia estampa,
d’aquell poble al sud del Montsià.

Esta es la primera estrofa (de versos octosílabos y rima asonante: a-b-a-a-b) de una poesía que dediqué a la Sénia, el pueblo de la familia de mi padre, a mediados de los noventa. Estos cinco versos son el comienzo del primer poema (escrito con métrica catalana) de una recopilación de poesías llamada: Instantànies d’un Sentiment. Pues bien: de la Sénia y también de mi padre, os quiero hablar en esta ocasión.

Fue hace cuatro años… una noche de setiembre, le pregunté a un ángel: “¿sabrías decirme cómo hacer inmortales a las personas que queremos?” Él me respondió: “haciendo inmortales los momentos que pasamos con ellos”. Desde entonces, cada segundo que comparto junto a mis seres queridos, se convierte en uno de esos momentos eternos… en momentos de harmonía interior… en momentos dulces y sencillos que nos regala la vida… en momentos que, no por ser más rutinarios, dejan de ser menos inolvidables…

Pues bien, junto a mi padre, estos momentos eternos los solemos gozar cuando nos reunimos los dos en la Sénia (hecho que sucede bastante a menudo). Allí pasamos juntos el día entero, haciendo actividades que, para muchos, pasarían desapercibidas pero que, para mí, se convierten en un pedazo de inmortalidad…

 Junto a mi padre, comiendo una paella a Casa Manolo (La Sénia)

Mi padre tiene en la Sénia su restaurada casa natal y un pequeño huerto al lado del río. Cuando nos reunimos, después de un buen almuerzo en el Restaurante Casa Manolo y de hacer una agradable sobremesa, solemos salir de paseo. Vamos al huerto a regar, desbrozar las malas hierbas o a cosechar los frutos. A veces, vamos a comprar el pan, el pescado, la carne... a las tiendas del pueblo, donde hacemos vida social. En otras ocasiones, simplemente, vamos de paseo por las calles de la Sénia donde él me muestra rincones llenos de historia… recovecos que atesoran los recuerdos de su niñez… La ruta que os mostraré es un buen ejemplo de los garbeos que nos damos por su pueblo.

La Sénia es un municipio de algo más de 6000 habitantes. Se encuentra en la provincia de Tarragona, al sur de Catalunya, en un extremo de la comarca del Montsià. Está construido al borde del los taludes del río Sénia (que hace de frontera natural con la Comunitat Valenciana) y a los pies del Macizo del Port.

Campanario de la iglesia de la Sénia, en Fiestas Mayores

Su actividad económica ancestral ha sido la agricultura, sobretodo de los cultivos de secano como los olivos, viña y cereales. A partir de los años 30 del siglo XX, aparecieron las primeras fábricas de pinceles. En los años 60, la construcción del Pantano de Ulldecona en el río Senia (aguas arriba de la población) atrae trabajadores inmigrantes del sur de España. Esa mano de obra, acabará repercutiendo en el crecimiento industrial de la Sénia, creándose nuevas empresas como las papeleras y, sobretodo, las fábricas y tiendas de muebles.

Y es que la importancia y proliferación del mercado mobiliario, la calidad y diseño de los productos elaborados y el servicio ofrecido por sus profesionales... han hecho que esta localidad se haya acabado denominando, de forma muy correcta, como: “El País del Moble”. Sólo deciros que los muebles de mi casa son de la Sénia y os recomiendo, antes de que compréis cualquier “madera” a precio de “ganga”, vayáis hacer una visita, sin compromiso, a sus tiendas… luego, ¡decidid!

Logo de “La Senia. El País del Moble”

Desgraciadamente, la crisis actual también ha hecho mella en el sector del mueble de la Sénia. Sus habitantes, con imaginación y mucho esfuerzo, están sacando adelante esta recesiva situación. Un buen ejemplo de esto es la promoción que se está haciendo de un turismo de calidad, como es la abertura del Parc Natural del Port desde la Sénia… y es que buena parte de su término municipal se encuentra dentro de este precioso parque… pero esto serán ya andares de otro escrito…

En esta ocasión, la pequeña ruta que os queremos mostrar, discurre entre los lavaderos y miradores públicos que tiene el pueblo... pero, también, nos acercará a otros lugares emblemáticos de la localidad.

Los lavaderos públicos son construcciones de arquitectura civil que, hasta la introducción del agua corriente en las casas, era frecuente encontrar en nuestros pueblos y ciudades. Eran el lugar donde (habitualmente) las mujeres acudían a hacer la colada. Se convertían en sitios de encuentro y transmisión de la información de la vida cotidiana. En la Sénia tenemos cuatro: el Safareig de la Clotada, el Safareig de la Noria, el Safareig de la Plaça y el Safareig del Calvari.

Por otro lado tenemos los miradores públicos. Como se ha dicho, la parte suroeste del pueblo se asienta sobre los taludes del río Sénia. Las calles y plazas que desembocan sobre este precipicio, mediante una baranda, se convierten en verdaderos balcones que nos abren la vista y detienen el tiempo... En el municipio tenemos cinco: el Mirador de la plaça del Bruc, el Mirador del carrer Galileu, el Mirador del carrer Major, el Mirador de la Costa Dreta y el Mirador de la plaça Major.


Ruta de los lavaderos y miradores públicos de la Sénia

  • Tipo de ruta: Circular
  • Tiempo: 1 hora (a paso tranquilo).
  • Distancia: Unos 2 kilometros.
  • Desnivel: Inapreciable.
  • Dificultad: Muy baja (apta para toda edad y condición).
  • Agua: Tenemos fuentes, bares, tiendas de alimentación en todo el recorrido.
  • Equipamiento: Ninguno especial. Es recomendable disponer de un plano de la Sénia.

 Plano general de la ruta (clickad encima para ampliar)

Comenzamos esta ruta en la Oficina de Turisme (al lado del Ayuntamiento de la Sénia). En frente de la oficina de turismo, vemos que el carrer de Barcelona (la calle principal que sube hasta aquí) se trifurca convirtiéndose en la plaça de Cristòfol Colom. Pues bien, de las tres calles que salen de esta plaza, tomamos la de nuestra derecha: el carrer de Tarragona.

Paseando por esta transitada calle, pronto pasaremos por la agradable plaça de Pius XII, a la sobra de palmeras y moreras (y en frente de la gasolinera de la Sénia). Continuamos por el carrer de Tarragona hasta llegar a una ancha calle que lo atraviesa: es el passeig de la Clotada. En este concurrido paseo podremos acceder a diversos centros públicos como: el Espai Jove (a nuestra izquierda), la Biblioteca Pública, les oficines del Parc Natural dels Ports, la Casa de Cultura, el Centre d'Atenció Primària o el Pabelló Municipal d'Esports (todos estos, a nuestra derecha).

1.- Lavadero de la Clotada

Cruzamos este paseo y continuamos por el carrer de Tarragona, que ahora pasa a decirse carrer de Berenguer IV. Inmediatamente, a mano izquierda, tras una reja, encontraremos el primer lavadero de nuestra ruta: el Safareig de la Clotada. Sin duda, el más moderno de los cuatro que visitaremos.

Safareig de la Clotada, al carrer Berenguer IV

Proseguimos por la calle de Berenguer IV un buen trecho... finalmente, llegaremos a la plaça d’Amèrica. Dejamos la plaza atrás y continuamos (siguiendo la misma dirección que llevábamos) por el carrer de Benifassà, hasta una cercana y pequeña rotonda.

En esta glorieta, podríamos ir a la derecha: hacia la Capella de Nostra Senyora de Pallerols o seguir recto: hacia el Pantano, el Parc Natural dels Ports y la Tinença de Benifassà. Pero nosotros giraremos a la izquierda, por el carrer d'Osca, y caminaremos por esta tranquila calle hasta el final.

1.- Mirador de la plaça del Bruc

La calle de Huesca desemboca al carrer Sanç d’Aragó, que tomaremos hacia la izquierda. A pocos metros, tras una sombreada plaza, encontraremos el primer mirador de este recorrido: el Mirador de la plaça del Bruc. Aquí, con la ayuda de un panel de orientación, podemos disfrutar de unas buenas vistas del bosque de ribera del río Sénia y del Port.

 Mirador de la plaça del Bruc

2.- Lavadero de la Noria

Dejamos atrás la plaça del Bruc y continuamos por el carrer de Jaume I que nos va acercando hacia el núcleo antiguo de la localidad. En esta misma calle, a mano derecha, veremos una casa de sencilla arquitectura Modernista y, más adelante, en frente de la residencia para la gente mayor, tras una puerta de hierro, encontraremos el Safareig de la Noria.

 Safareig de la Noria, en el número 46 del carrer Jaume I

Este es el lavadero más antiguo de la Sénia. Fue construido antes de 1834, año que se hizo la primera canalización de agua del municipio. Esta canalización reseguía esta misma calle hasta la plaça Major y era conocida como el “reguer del poble”. Hasta finales del siglo XIX, este lavadero, estaba enfrente del emplazamiento actual, pero debido a la construcción de una fábrica de extracción de aceite de sansa y la modificación del trazado de la canalización (a una cota inferior), se reubicó a esta nueva posición. Debido a este cambio de altura de la canalización, para poder acceder a este lavadero (situado al mismo nivel), tenemos que bajar unas escaleras.

2.- Mirador del carrer Galileu

Continuamos por el carrer Jaume I, ahora con ligera subida. Tomamos la primera calle a la derecha (el carrer Galileu) y vamos hasta su final, allí, encontraremos una barandilla con vistas a la Peixera y a les Cases del Riu, es el Mirador del carrer Galileu.

Mirador del carrer Galileu

Deshacemos nuestros pasos hasta el carrer Jaume I que proseguimos hacia arriba. A un tiro de piedra, llegaremos al carrer del Carme que lo cruza. Giramos hacia nuestra derecha y veremos que la calle se estrecha, estamos en el Portalet: una de las dos entradas que cerraban el núcleo medieval de la Sénia.

3.- Mirador del carrer Major

Travesado el Portalet llegaremos al carrer Major, lo tomamos hacia la derecha y vamos hasta el final (pasaremos por varios callejones sin salida) aquí la calle hace un giro a la izquierda, desembocando a una balconada: es el Mirador del carrer Major.

 Mirador del carrer Major

La vista desde este mirador quizás nos parecerá similar a la que hemos estado oteando en el del carrer Galileu… no en vano, a pesar que hemos caminado una buena distancia entre ambos, los dos miradores están tan sólo separados por una casa.

4.- Mirador de la Costa Dreta

Deshacemos nuestros pasos y vamos paseando por el carrer Major, con sus típicas casas de piedra vista y cal. Dejaremos dos calles ciegas a nuestra derecha y, al llegar a la tercera, giramos y bajamos hasta que se nos abre de nuevo la vista, estamos en el Mirador de la Costa Dreta.

Mirador de la Costa Dreta

También disponemos de un panel de orientación que nos ayudará a situar los diferentes puentes, molinos del río y otros puntos de interés. Desde aquí, sale una cuesta escalonada que baja hasta el fondo del valle, se llama la Costa Dreta y da el nombre al mirador.

Desde este balcón, tomamos el carrer del Cardenal Cisneros hasta el número 21. Aquí encontramos el antiguo ayuntamiento y, a su lado, tras una puerta y un ventanuco enrejado, la cavernosa prisión. La antigua Casa de la Vila, actualmente, es la seu del patronat del Camp d’Aviació de la Sénia, otra atracción turística del pueblo. Poneros en contacto con ellos para concretar una interesante visita guiada a este aeródromo militar de la Guerra Civil.

Proseguimos por el carrer del Cardenal Cisneros que gira hacia la izquierda (siguiendo de frente no hay salida) llegamos, de nuevo, al carrer Major. En esta esquina, a nuestra izquierda, tenemos el Forn de Raimundo.

Carrer Major y Forn de Raimundo (haciendo esquina)

El tío Raimundo era el hermano de mi abuela Maria (Maria la del Forn). Raimundo Garcia fue el último propietario del horno, de aquí el nombre del edificio. Este fue el horno del pueblo durante generaciones… en 1846 se estableció como el forn de Propis de la Vila, tomándolo ya mi antepasado Miquel Juan Garcia. El horno y el obrador están en proyecto de restauración.

Visto este edificio de interés local, giramos hacia la derecha y bajamos por el carrer Major, encontrando otras casas emblemáticas como: la Casa del Rei Bonet, la Casa Abadia, la Casa Maria el Viu o la seu de Joventuts Unides de la SéniaLlegaremos a la plaça de l’Església: aquí se situaba la otra entrada (portalada) al núcleo medieval y aquí tenemos la acogedora Iglesia de la Sénia, dedicada a los patrones Sant Bertomeu y Sant Roc.

5.- Mirador de la plaça Major

La pequeña plaça de l’Església colinda con la plaça Major, donde tenemos la Font de la Plaça o Font Vella, construida en 1833. Si giramos a nuestra derecha, veremos una preciosa terraza con barandilla de obra, es el Mirador de la plaça Major.

 Mirador de la plaça Major

3.- Lavadero de la Plaça

Pues esta amplia azotea, donde ahora nuestros pies reposan, no es más que el tejado del tercer lavadero que visitaremos... Para acceder a él, bajamos por unas escaleras situadas a su izquierda. Una vez abajo, al lado de un abrevadero y tras una reja, tenemos el Safareig de la Plaça.

 Safareig de la Plaça

Visitado, quizás, el más conocido lavadero de la Sénia, remontamos el carrer Bailén hasta la placeta del Toril. Aquí tomamos la calle de la izquierda (el carrer Sant Joan) que seguiremos hasta llegar a la plaça del Dos de Maig.

En esta plaza, tomamos el carrer de Sant Miquel y, a medio camino, a mano izquierda, veremos la Casa "Vicent del Catxo" de bello estilo Modernista. Este edificio entre medianeras, está situado en una de las zonas de expansión de la Sénia de principios del siglo XX. Continuamos por la calle Sant Miquel hasta donde se bifurca, tomamos el ramal de la derecha, hacia la plaça de Mossèn Escoda.

4.- Lavadero del Calvari

Desde esta plaza seguimos por el carrer de València hasta la segunda calle a la derecha: el carrer del Safareig… donde (como su nombre indica) ya encontramos el cubierto donde se emplaza el último lavadero de nuestro recorrido: el Safareig del Calvari.

 Mi padre mostrándonos el Safareig del Calvari

Este es, sin duda, el lavadero mejor conservado y que ha sufrido menos transformaciones. Está asociado a un abrevadero y fuente exterior que conservan su apariencia y estructura original. El lavadero recoge, mediante un reguero, el agua sobrante de estos dos elementos hidráulicos.

Frente la puerta del lavadero tenemos un ancho paseo, es el passeig del País Valencià, lo tomamos hacia nuestra izquierda y, a pocos metros, llegaremos a la placeta de les Forques. Desde esta plaza (convertida en rotonda) veremos que baja una calle peatonal, donde volvemos a ver el Ajuntament de la Sénia. Tras el edificio consistorial se extiende una gran zona arbolada a la que podemos bajar por unas escaleras que descienden desde la misma placeta de les Forques.

Si travesamos este plácido parque, conocido como la Pista, saldremos de nuevo al carrer de Barcelona y ya podríamos dar por terminada esta ruta circular, pero todavía no lo hagamos… permitidme descansar un poco de este paseo con ustedes...

Aquí, resguardados por los eternos plátanos de sombra y acompañados por la recreación de una sénia (máquina para elevar el agua que da nombre al municipio) me gustaría contaros lo que sucedió una noche  de Agosto de 1993: Fue aquí, donde mi padre, investido Pregoner de Festes, subió al escenario (el estrado de obra que podéis ver a una esquina de la Pista) y habló a todo un pueblo expectante con orgullo y admiración... Fue aquí donde, con el mismo orgullo y admiración, todo un pueblo lo escuchó con intangible emoción y silencio. Y ese día... yo estuve aquí.

Quisiera terminar este escrito de la misma forma que ha comenzado. Ahora lo haré con la última estrofa del primer poema de Instantànies d’un Sentiment… ahora lo haré con la “instantánea” de esa noche de verano del 93... cuando en la Pista, mi padre, nos brindó a todos su momento para la eternidad.

 “El cor de la emoció impregnat
veient mon pare pregoner.
A la Pista... declamant... alt!
Amb orgull, al poble natal,
amb l’orgull de senienc absent.