lunes, 11 de mayo de 2015

Gibeon: ¡Contacto extraterrestre!


Cuantas veces, mirando distraídos un cielo estrellado, aparece de repente una estrella fugaz… aparece una efímera luz que traza una fina estela que desaparece en un suspiro… un suspiro que precede que todos pensemos, rápidamente, con algún bienaventurado deseo.

Pero... ¿qué era esa estrella fugaz?

Una estrella fugaz es un fragmento de materia interplanetaria, captada por la gravedad terrestre, con claras intenciones de impactar sobre la superficie de la Tierra y que es volatilizada, en plena caída, por la atmósfera evitando que se "estrelle" sobre nosotros, cual bala perdida.

Han pasado más de cinco años desde el primer artículo que escribí sobre geología en este blog y, precisamente, lo hice hablando sobre meteoritos (una de mis pasiones desde niño). Concretamente, traté entonces sobre un pequeño fragmento de Luna que dispongo en mi colección particular: NWA 4734. La Luna en mis manos.

En esta ocasión os presentaré a Gibeon: ¡un “extraterrestre”!, un ente que ha viajado desde muchísimo más lejos que la Luna: el Meteorito de Gibeon proviene del Cinturón de Asteroides (entre las órbitas de Marte y Júpiter) aproximadamente a unos 450 millones de kilómetros de la Tierra.

Interpretación (sin escala) del Sol y los planetas interiores, desde el Cinturón de Asteroides. Fuente


Definición de Meteorito

Un meteorito es un meteoroide que logra alcanzar la superficie de un astro rocoso, sin que la atmósfera del astro haya podido desintegrarlo totalmente durante su caída. La luminosidad dejada al desintegrarse en la atmósfera se denomina meteoro.

Un meteoroide es la materia que gira alrededor del Sol (o por el espacio interplanetario) y que es demasiado pequeña para ser considerada un asteroide o un cometa. Si son partículas ínfimas se llamarán micrometeoroides.

El término meteoro proviene del griego meteoron y significa "fenómeno en el cielo". Se emplea para describir el destello luminoso que acompaña la caída de un meteoroide al atravesar la atmósfera terrestre.

Meteoroide entrando a la atmósfera, creando un luminoso meteoro. Fuente

Este destello se produce por la incandescencia temporal que sufre el meteoroide a causa de la presión de choque generada por las altas velocidades de caída: el aire atmosférico se comprime al chocar con el cuerpo y, el aumento de la presión, pone al límite su temperatura pudiendo volatilizarlo en el aire, fragmentarlo o reducir considerablemente su masa.

Los meteoritos cuyo descenso o choque son atestiguados por humanos se denominan caídas. El resto, se conocen como hallazgos. Existen aproximadamente 1050 caídas avistadas y más de 31.000 hallazgos de meteoritos bien documentados.

La nomenclatura de los meteoritos hace referencia al lugar donde fueron encontrados en la Tierra: una ciudad próxima, alguna característica geográfica... Por ejemplo, el Meteorito de Willamette (expuesto en el Museo de Historia Natural de Nueva York) toma el nombre de la región donde fue descubierto: Willamette Valley, en Oregón (USA), donde (por cierto) se elaboran buenos vinos. Se trata del meteorito hallado más grande de Norteamérica y uno de los mayores del mundo:

El formidable Willamette Meteorite (USA), con dos niños escondidos en sus oquedades. Fuente

Como hemos avanzado, la mayoría de los meteoroides captados por la gravedad terrestre no son de gran tamaño y se desintegrarán rápidamente al entrar en contacto con la atmósfera de la Tierra… no obstante se estima que, cada año, un centenar de bólidos (de tamaños milimétricos a centimétricos) impactan con nuestra superficie: aunque sólo el 5% son recuperados y más de dos terceras partes de estas caídas se pierden en el mar.

Podemos llegar a creer que sucede siempre la “causa-efecto”: meteorito es igual a cráter de impacto… pero, lo cierto, es que para que se forme un cráter de impacto, el meteoroide causante debe tener una masa suficiente grande, penetrar a la atmósfera con un determinado ángulo de entrada y (lógicamente) no caer en el mar. La mayoría de meteoritos que impactan sobre el suelo terrestre, tan solo crearán un pequeño hoyo de colisión.

El espectacular cráter meteorítico de Barringer o Meteor Crater en Arizona (USA). Fuente

Por último, a pesar de que cada año aparece alguna noticia apocalíptica informando que la Tierra será destruida por algún gigantesco meteorito que viene directo hacia nosotros, debo decir que, afortunadamente, en el registro geológico, es rarísimo que meteoritos colosales se fijen con nuestro pequeño planeta… estemos tranquilos pues y dejemos a “Armageddon” para las películas americanas y el lucimiento personal del bueno de Bruce Willis. J


Clasificación de los Meteoritos

Actualmente, como podemos ver en el siguiente enlace: la Clasificación de los Meteoritos es muy exhaustiva y rigurosa. Para inventariarlos se utilizan diversos criterios como: tipo de metamorfismo de choque, meteorización de la muestra o composición y procedencia del meteorito.

Simplificando, a nivel más básico, podemos utilizar la Clasificación Clásica de los Meteoritos, donde diferenciamos 3 grandes grupos:


1.- Meteoritos pétreos

Los meteoritos pétreos, también llamados rocosos, están formados por materiales silicatados (como la composición mayoritaria de nuestro manto terrestre), tenemos dos tipos:
    • Las Condritas, que son rocas que no sufrieron procesos de fusión o diferenciación magmática en los asteroides o planetas de donde proceden. Representan el 85,7% de los meteoritos que caen a la Tierra.
    • Y las Acondritas que, en este caso, sí sufrieron este tipo de procesos: siendo muy similares a las rocas ígneas terrestres (y, por tanto, muy difíciles de diferenciar). Las acondritas representan un 7,1% del total de las caídas.

Acondrita de tipo lunar, NWA 4734, de mi colección particular (el cubo azul mide 1cm)


2.- Meteoritos metálicos

Los meteoritos metálicos, también llamados sideritos, se caracterizan por estar compuestos por aleaciones de hierro y níquel (en este caso, como la composición de nuestro núcleo terrestre).

La mayoría de sideritos presentan las Estructuras de Widmanstätten. Estas son un bandeado que sólo se puede formar si la aleación fue sometida a grandes presiones... presiones que sólo pueden darse en el núcleo de los astros rocosos donde se formaron. Por tanto, no encontramos este bandeado en ninguna roca de la superficie terrestre, ni hay máquina humana que pueda crearlas. Así pues, si se observan: ¡el hierro es meteorítico, seguro!

Corte pulido de meteorito metálico: se observan las Estructuras de Widmanstätten. Fuente

Los meteoritos metálicos sólo representan el 5,7% del total de las caídas. Pero, debido a su buena conservación y reconocimiento más sencillo, son el 89,3% de la masa total de todos los meteoritos conocidos y el peso de todas las muestras recolectadas supera las 500 toneladas.


3.- Meteoritos metalorrocosos

Los metalorrocosos o sideralitos, son un tipo de meteorito con características intermedias de los otros dos, ya que tienen una proporción variable entre metales y rocas silicatadas.

Lámina delgada de Sideralito. Fuente

En este caso, se cree que estos materiales provienen de las zonas limítrofes entre el núcleo y el manto del asteroide o planeta donde se formaron. Es muy posible que en la Tierra tengamos materiales similares en la Discontinuidad de Gutemberg.

Tan solo representan un 1,5% de los meteoritos que caen a la Tierra y un 1,8% de la masa total de meteoritos catalogados. 


Gibeon Meteorite

Hecha la debida introducción, toca hablar de la muestra que tengo en mi casa: ¡el Meteorito de Gibeon!

Muestra de uno de los fragmentos hallados del Gibeon Meteorite. Fuente

Este meteorito debe su nombre a la ciudad más próxima donde se encuentra su yacimiento: Gibeon (en Namibia) al extremo suroeste del continente africano. Se trata uno de los mayores campos de meteoritos del mundo.

El gran siderito llegó a nuestro planeta en épocas prehistóricas, penetrando a la atmósfera con un ángulo rasante de 30º. Antes de chocar contra la superfície terrestre, explotó en centenares de fragmentos que cayeron dispersándose en una amplia área (de más de 65 kilómetros de ancho por 400 de largo). El bajo ángulo de penetración a la atmósfera y la multitud de pequeños meteoroides, explican el gran tamaño del yacimiento y la ausencia de un cráter de impacto.

El peso de todos los fragmentos que impactaron suma unas 26 toneladas. La mayor parte de estas fracciones quedaron dispersas sobre la superficie. Las condiciones climatológicas favorables evitaron la corrosión del material.

El Meteorito de Gibeon está compuesto por un 87% de hierro y un 10% de níquel. El resto lo forman pequeñas proporciones, de cobalto, fósforo, nódulos de grafito… así como la presencia de de enstatita (piroxeno) y tridimita (cuarzo de alta temperatura).

El ataque acido de las superficies pulidas de las muestras en el laboratorio, permitió revelar la presencia de estructuras de Widmanstätten.

Mi pequeña muestra del Meteorito de Gibeon, con las típicas estructuras de Widmanstätten

Por tanto, el Gibeon Meteorite se puede clasificar como un siderito del grupo de las octaedritas.

Los pueblos indígenas de la región (los bosquimanos) usaban el metal meteorítico para fabricar herramientas y armas. En 1836, el capitán inglés Sir James Edward Alexander, descubrió el yacimiento tomando muestras y enviándolas a Londres, donde se confirmaría su origen extraterrestre.

Mi muestra la adquirí a un vendedor autorizado, a finales de los 90, en la ExpoMiner de Barcelona. Como vemos en la anterior imagen, mi fragmento de cortes pulidos, no es un espécimen muy grande (35x25x4 milímetros) pero es muy representativo: en él se observan, claramente, las estructuras de Widmanstätten.

Y también podemos ver, en el contorno delgado no cortado, la pátina de combustión que se generó durante la caída por la atmósfera terrestre.

Pátina de combustión al contorno, debida a la fricción atmosférica durante su caída

El valor de un meteorito (por su rareza) puede llegar a ser muchísimo más caro que el propio oro. De hecho, estos materiales extraterrestres, trabajados por manos creativas, pueden devenir verdaderas obras de arte:

Anillo de oro rosa con metal del meteorito de Gibeon (se ve el bandeado), valorado por 1800$. Fuente


Sutil relato de un contacto extraterrestre

A modo de resumen, ya en las postrimerías de este post, me quedo anhelado mirando mi pequeña muestra y escucho como me cuenta la historia de su vida.

Me explica que formaba parte del Cinturón de Asteroides, danzando alrededor del Sol... cuando, de repente, chocó violentamente contra otro gran asteroide, lanzando algunos de sus fragmentos fuera de la órbita del Cinturón.

Recreación del choque y fragmentación de 2 asteroides. Fuente

El gran fragmento que contenía mi muestra se quedo solo… ¡errante! Emprendió un largo viaje por el frío y silencioso espacio, hacia ningún lugar.

Su errabundo transito, finalmente, avistó tierra y fue captado por nuestra gravedad… cayó en un mundo poblado por hombres prehistóricos. Entró, muy de lado, por las capas altas de la atmósfera y empezó a descender, velozmente, formando un luminoso meteoro.

La alta combustión que sufrió durante el desplome lo fragmentó, haciéndole explotar a gran altura... se quebró en cientos de pedazos que cayeron dispersados sobre la superficie del oeste sudafricano.

Allí quedó quieto… ¡inerte!, aquel pequeño fragmento que contenía mi muestra. Allí quedó... encastado sobre el suelo del desierto y... ¡pasaron los años!

Al final alguien lo vio, recogió y llevó a analizar. Con fina sierra lo cortaron en diferentes pedazos y los pusieron a la venta. Uno de las muestras (guardada en una urnita de plástico) llegó a Barcelona y se expuso en un estante de la ExpoMiner.

Llegó un estudiante de geología, se quedó mirando embelesado ese pulido fragmento y, tras evaluar su exiguo monedero de universitario, hizo un esfuerzo y... ¡lo adoptó!

Y ese estudiante se ha hecho mayor… pero sigue mirando embelesado ese pequeño ente metálico… ese viajero del espacio… ese extraterrestre que vino de tan lejos para quedarse junto a él.

Mi muestra de Gibeon dentro de su contenedor (sin la urna de plástico, para apreciarse mejor)

Para terminar este escrito, quisiera compartir un cortometraje de animación, llamado "Fallen", que explica la caída de un siderito (como el de Gibeon) desde que entra por las capas más altas de la atmósfera hasta que contacta con la superficie.

La película (de menos de 4 minutos) nos muestra un meteoroide metálico que, cuando comienza a calentarse durante la caída, cobra vida y se convierte en un simpático ser de grandes ojos y largos brazos que se enamora de la visión que tiene de la Tierra y quiere "abrazarla". Fijémonos con los sonidos del film: silencio en el espacio exterior; ruidos, músicas Zen (sobretodo al entrar a la troposfera) y… ¡silencio! Nos guste o no, esto es lo que pasa a la mayoría de meteoritos que logran llegar a la superficie de nuestro planeta:


Espero que os haya gustado el escrito… y espero que con él, entendáis mejor lo que se esconde tras la estela de una estrella fugaz…

¿Pedimos un deseo?